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Mi Historia De Amor

Mi amiga Kat de Mami Katabum convoca al Carnaval de Historias de Amor, en donde cada quien contará como fue que dos desconocidos se hicieron MUY conocidos (Wiiiiiiiiiiiiiiiiii!). Como una servidora gusta de entrometerse en cuanto carnaval se ofrece, aunque después no da pié con bola, se une con gusto sin igual al chismorreo  compartir inicios.

Mi historia ya la había publicado (hace dos años), por lo que aquí re-publico sólo el fragmento correspondiente al padre de mis hijos (aka MiEspo), quien tenga tiempo y guste de leer el rollo completo puede dar click en el enlace siguiente: Dos Historias De Amor; de lo contrario, continúe usted con la lectura. Y si ya lo había leído, pase al siguiente post por fas.

«Corría el verano anterior a mi último año de Prepa. La pasaba súper bien en Danza Moderna, bailábamos, concursábamos, salíamos, jugábamos, etc. Era un grupo de amigos variopinto que gustaban de danzar a toda hora. Una de las compañeritas invitó a un amigo a verla en la presentación de fin de curso. El amigo, que vivía a 2 ciudades de distancia, aceptó y llegó puntualmente al evento. Sonaba en las bocinas la canción de Jingo interpretada por Santana, con arreglos modernos. Salimos al escenario, a entregarlo todo. A mí en particular es una de las coreografías que más he disfrutado bailar, el ritmo, los pasos y las ganas que le echamos eran únicos. Pues ahí tiene que el amigo, no me quitó el ojo de encima, ya ni por enterado se dió si la compañerita bailó o no bailó. Tan así, que se inscribió al curso de verano, y aunque no le tocaba estar en mi horario, él siempre estaba.

Nos presentaron formalmente una tarde después de otra presentación de promoción. Yo no le puse mucha atención, acababa de pasar un incidente en el escenario, estaba a punto de llorar. Recuerdo que lo miré apenas, pero me dió un apretón de manos de esos que dan gusto. Al día siguiente era cumpleaños de otra compañerita, llegué al salón de clases, lo ví recargado en una pared, con cara de triste-aburrido. Pensé, ¡ah! es el chavo que me presentaron ayer ¿porqué estará tan temprano? Lo invité a acompañarme a conseguir unos globos para llenarlos de agua y mojar a la cumpleañera. Él aceptó con senda sonrisota en los labios y un brillo muy especial en sus ojos. Fuimos a buscar globos y platicamos. Y platicamos y platicamos y platicamos y platicamos tanto y de tanto, de todo un poco.

Ahora sí que andaba todavía más que confundida. Mi corazón todavía sentía algo por JR**, me gustaba otro chico de la danza y era correspondida y había un tercero al que yo le gustaba mucho, con quien me la pasaba muy bien, me atraía, pero no estaba enamorada. Al mismo tiempo, me decía, que ya mejor quedar así, porque también había sido lastimada y no quería vivir con miedo de lo que fuera a pasar (a estas alturas, me daba temor lo que JR hiciera a causa de nuestro rompimiento, me escondía de él). Ya mejor no tener novio, ya no enamorarse de nadie, mejor puros amigos y a enfocarme a los estudios, que es lo que realmente quiero… pensaba.

¡Ah! Sí, y este amigo, ahora MiAmigo. Compartíamos sueños, miedos, esperanzas, ilusiones. A ambos nos gustaba la música de Roberto Carlos, Camilo Sesto, Elio Roca, Air Supply, Chicago. Los dos habíamos vivido en ranchos, nos agradaría vivir en el campo, preferíamos leer que ver TV, nos encanta bailar, creemos en Cristo, nos gusta hacer ejercicio, odiamos la hipocresía, nos gustan las matemáticas… y un larguísimo etc.

Al cabo de muy poco tiempo, nos dimos cuenta de que estábamos enamorados, pero no queríamos ponerle título a la relación, por miedo a perdernos. Él también tenía novia, yo según ya no tenía aunque JR seguía diciendo que sí. MiAmigo terminó con su novia, yo ya había hecho lo propio con JR. Al fin le pusimos título a la relación, sí, somos novios.

MiAmigo, ahora MiNovio me apoyaba y animaba a terminar mis estudios. Cuando entré a Universidad él me ayudaba con las tareas que no entendía, me animaba, me acompañaba. Pasábamos las tardes charlando, escuchando música y soñando con el futuro. MiNovio volvía tarde a su casa, me llamaba y estábamos otras tantas HORAS al teléfono.

Él me decía que estudiara y me titulara, que trabajara en lo que yo quisiera, que viajara, que bailara, que me desarrollara. Que quería casarse conmigo, tener una hija y envejecer, pero cuando ambos estuvieramos trabajando, para forjarnos un futuro, hacernos de nuestra casa, viajar, seguir soñando… 🙂

MiNovio estudiaba una carrera que no le gustaba, sólo porque su mamá lo había obligado a hacerlo. Hablé mucho con él, hasta convencerlo de buscar su verdadera vocación, no importando que ya hubiera cursado la mitad de la carrera. Así lo hizo, escuchó a su corazón, probó con otra carrera, se retiró y luego otra. La tercera fue la vencida, terminó sus estudios con honores, siendo el alumno con más alto promedio de su salón, de su carrera, de su Universidad  y de todas las universidades de la región en aquel ciclo escolar.

Él tuvo que marcharse a trabajar a otra ciudad. Estuvimos separados 7 meses, al cabo de los cuales, no soportamos más vivir así.

Ese título que no queríamos usar, lo portamos durante ocho años, luego lo cambiamos por otro título que sí queríamos, deseábamos y anhelábamos usar: Esposos.

Hoy, se cumplen XV años de ese cambio de títulos. El festejo será la bienvenida para MiNene. 😀

*ella se retira debido a las nubosidades que invaden la pantalla y le impiden seguir escribiendo*

P.D. Finalmente, encontré el amor verdadero, ese que todo lo soporta, todo lo cree, todo lo puede. Pruebas han habido muchas. Discusiones y peleas también, pero son menos que los momentos de felicidad, pasión, ternura, alegría y amistad. Tres hijos nos avalan. Y el hecho de que el pobre aún no se haya suicidado, después de soportarme durante 23 años.» 😛

**Novio anterior

En fin, no deje de leer el resto de las anécdotas en Historias de Amor. *El monitor de mi PC derrama miel*

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18 Meses 1 Beso

MiNeneCollag

Cada cumplemés de miNene lo siento en el sillón que está cubierto por un tapete multicolor tejido a mano por miSue (gra) y le tomo como 50 fotografías. Claro, luego voy eliminando las borrosas, movidas, fuera de foco, mochas, ojos en blanco, etc. y ya me quedo con unas 20. Esto para ir haciendo un comparativo del crecimiento de mi criaturo.

Hoy cumple su año y medio. Por más intentos que hice durante el día, nomás no se dejó retratar el chamaco. Ya lo intentaré mañana, aunque no será lo mismo (obsesiva que me dicen). Intenté aferrarme a algo que marcase este día -a falta de fotografía- y no logré encontrarlo.

Entonces… sucedió. Fuí a comprar gorditas, llevando a miNene conmigo. Lo senté en el mostrador mientras hacía mi pedido. MiNene observaba muy curioso los guisos en sus ollas y como calentaban las gorditas. De pronto, volteó a verme. Con sus dos manitas tomó mi cara y la giró hacia él (yo estaba babeando por las gordas), me plantó sendo besote tronado en una mejilla, luego en la otra y luego casi me lo da en la boca. Se abrazó a mí, fuertemente mientras me daba palmaditas en el hombro y recargaba su cabecita en mi pecho.

Otras veces soy yo quien le pide que me regale un beso y lo hace emitiendo un sonido leve, como quien se quita un caramelo de la boca, lanza su besito al aire y así queda la cosa. Pero hoy no, no me lo esperaba, no se lo pedí y de él nació espontáneamente hacerme ese regalo de cumplemés. Porque yo también estoy cumpliendo un mes más de ser mamá. Su mamá.

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Nancy Te Azul

cielo_azul_y_luna

Cursaba el tercer año de mi educación preparatoria, platicaba con una amiga acerca de las recién terminadas vacaciones de verano, en que había conocido a un chico cuya forma de ser, me enamoraba más y más. Le dije su nombre y que me había besado. Una compañera sentada cerca de nuestra banca alcanzó a escuchar parte del nombre y preguntó asombrada:

-¿Nancy te besó en la boca? ¿Una mujer? ¡Por Dios!
-¡No, mujer! Venancio, ¿Cual Nancy?
-¡Ahhhhhh! Yo creí que… yo pensé… ¡ay! Jijijiji…

Me causó tanta gracia la confusión que a partir de ahí, empecé a nombrarlo así: Nancy, especialmente cuando me refería a él en horas de clase.

Nos hicimos novios, dábamos laaaargos paseos por la tarde (después de terminar nuestras tareas escolares), observando el cielo, las aves, los árboles, los niños, los gatos…

El azul era su color favorito: representaba la ternura, la paz, la armonía. Yo era su azul, pues conmigo sentía todo eso. El azul también es el color del cielo y del mar, que él tanto aprecia. Es la tonalidad de su aura. Es el pigmento de mi alma.

Me mandaba recados al colegio, «para Azul de parte de Nancy». Dedicaba canciones en la radio: «para Nancy de parte de Azul». Firmaba las cartas de amor: «Nancy te Azul». Decidimos que si algún día teníamos una hija la llamaríamos de ese modo: Nancy Azul, resumiendo en un nombre el amor que nos había unido, los besos entregados, la serenidad de habernos encontrado, él y yo fundidos en un sólo corazón.

P.D. No, nada que ver con la novela Azul Tequila, ni con la canción que canta Christian Castro, que siempre me preguntan. :/

P.D.2 He ahí el porqué el nombre de este blog. 😉

La exploración del color: Azul

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Traumas de mi Adolescencia II

El Trauma de Mujer Soltera Busca

Había un muchacho que me gustaba mucho, M-U-C-H-O, todo lo mucho que puede gustarte alguien cuando estás en secundaria (*Nota mental: Recordar borrar esta entrada cuando haya contestado los comentarios -si es que hubiere alguno- y antes de que a Mija se le ocurra venir a leer lo que escribió su azulada madre). Y yo le gustaba a él. ¡Oh, sí!

Pasó un ciclo escolar y el muchacho no se decidía a hacerme la pregunta de la andancia. Sí esa de ¿Quieres andar conmigo? ¡Chicles!

primeramor

Entró al colegio una chica nueva. De piel morena clara, cabello lacio y oscuro, baja de estatura, delgada, bonita, inteligente, amiguera, platicadora. De entrada a mí me cayó bien. Pero yo a ella no. Hizo una fiesta a los pocos días de ingresar al colegio, a la cual -por supuesto-yo no fui requerida. A raíz de esa fiesta noté que las compañeras se distanciaban un poco de mí. ¡Bueh! ¿Qué se le va a hacer? Uno es tan firme y fuerte en la secundaria como una roca. ¡Ajá!

Decían que nos parecíamos, a mi no me parecía el parecido. Siempre tuve muy claro que ella era mucho más linda y fina que mua. Pues bueno. Sucedió entonces que me enteré que a chica-nueva le gustaba mucho, M-U-C-H-O, el muchacho-mucho… MI muchacho-mucho. Todo el salón (algunos profesores y madres también) lo sabía, sabían que nos gustábamos (y mucho)… ahí sí pegué el brinco.

¿Qué cómo de qué quiobules qué qué? Chica-nueva se acercaba a muchacho-mucho a invitarle unas sodas, a pedirle apuntes, a chulearle el walkman ¡atrevida!… y ahorita que me estoy acordando, también iba sobre mis amigas, lisonjeando a G (de la que hablé en el post anterior) y mareando a M (mi otra mejor amiga), haciéndoles regalitos, ja-ja-ji-ji por los pasillos… no, de veras no nos parecíamos, porque yo no tenía el recurso económico de ella, ni su coqueto lunar junto a la boca… y si ya está usted entonando el Cielito Lindo me voy a empezar a enojarsh.

Un día, como cualquier otro, nos pusieron, no sé porqué, a concursar en el pizarrón en una clase de Matemáticas. Yo, presumida por naturaleza, dije: aquí va la mía. Y por andar de tontarrona, me ganó. ¡Strike One! Entonces, pensé, esta chava es de armas tomar, es muy inteligente, andaré con cuidado.

Sufría yo. Como condenada. ¡Ay de mí! Yo tanto que lo quería, él tanto que me gustaba y no me hacía caso, le sonreía a ella, ella le tocaba el hombro, él se dejaba querer… ¡awwww! ¡Sírvame otra limonada doble!

Luego, me la encontré llorando. Mi síndrome de «llora-que-te consuelo» me obligó a acercarme a ella. Me contó algo muy personal, que a nadie jamás conté. Eso me hizo sentir empatía. Nos empezamos a tratar y recuerdo bien que me dijo (volteándome la tortilla) que las muchachas del salón le habían dicho cosas muy malas de mí, que yo era muy envidiosa y chismosa, etc, etc, etc. Que por eso ella no quería hablar conmigo, pero que se daba cuenta que estaba equivocada, que en realidad era buena onda (y yo dejándome endulzar el oído) y que podríamos ser amigas.

¡Sí! ¿Pero mi hombre ejem, muchacho-mucho?

Bueno, tú sabes que me gusta mucho, pero no quiero interferir entre ustedes.– ¡Oh, pero que retebuenaonda es esta niña!

Días después (que en lenguaje post-infantil equivale a meses), la chica-nueva me contaba que ahora le gustaba otro chico-ex-de-mí.

Y ándate que empezamos «a andar» el muchacho-mucho y yo. Enamorados, emocionados, adolescentados y atarantados. [Inserte aquí un suspiro].

Ese mismo día, chica-nueva se hizo novia del chico-ex-de-mí. ¿O.o?

Que me va invitando a su casa. Eran los días previos a la Navidad. Voy toda nerviosa, miPapáA tuvo que llevarme hasta su hogar, que quedaba muy retirado de donde yo vivía. Toco la puerta, sale su mamá, me hace pasar a la sala, y me pregunta: (esta típica pregunta que cuando me la hacen se me retuercen las entrañas)

-Así que ¿Tú eres la FAMOSA Azul Celeste que tanto ha hecho sufrir a mi niñita? ¡Strike Two!
-¿Yo?-¿yo o sea yo?
-¡Sí tú!¡No te hagas la mosca muerta!- ¡En la mad… otra vez el insecto sin vida!
-¡Mamá!- Intervino chica-nueva
-¡Ay bueno!¡Estaba bromeando!¡Es que mi niña me cuenta TODO! Lo bueno es que ahora ya son amigas.

¡ZAZ!¿Se imagina usted como me sentía? ¡Una adulta reclamándome en su casa que quedaba en el más allá del infinito y yo sin una moneda pa agarrar un camión y largarme a mi casita! Fue la tarde más larga de mi vida, comimos, jugué con su hermanito menor, fuimos a por los regalos de Navida’ y allá a las cansadas me recogió mi apá.

Aquí no acabo la cosa. Despuesito me enteré que muchacho-mucho quería andar con chica-nueva y conmigo al mismo tiempo. ¡A volarsh! Y lo que era obvio para todos menos para mí, que chica-nueva seguía enamorada de muchacho-mucho y solo andaba con el chico-ex-de-mí para que yo me tragara el cuento de su amistad y desinterés en muchacho-mucho.

Años después, paseaba cerca del colegio (ya casada y con Mija) cuando me topé con la Directora.

-¡Hola! ¿Cómo está mi Chica-nuevita? ¡Strike Three!

P.D. Tal vez, en el fondo, sí nos parecíamos…

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Corazón Roto

Antiguos

 

Su dulce sonrisa y la estrella en su mirada le delataban: cualquiera que le viera sabría que estaba enamorada.

-Él es amable, guapo y me quiere mucho– decía afanada, y cuando pronunciaba su nombre el corazón se le aceleraba.

¿Tú le quieres?– le preguntaba asombrada.

¡Sí mucho! ¡Estoy tan enamorada!

Lo veía venir, ella tan cariñosa y juguetona, él dándose a desear.

Tres días después llegó llorando a mares.

-¿Qué pasó? ¿Se enojaron?

-¡Me dijo que ya no me quiere más! ¡Qué de otra se ha enamorado!

-¿Y ahora qué hago? ¿Qué le digo? ¿Cómo la consuelo?- pensaba para mis adentros.

-No te supo valorar, llora si es lo que necesitas hacer, luego encontrarás quién te ame de verdad.

-¿De verdad?

-¡Claro que sí!

-¡Te quiero mucho Mamá!

-¡Y yo a tí MiBeba!

 

 

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Amar y Querer

Dice MiBeba que está enamorada de su papá y que uno de sus grandes sueños es casarse con él.

Estaba ella frente a la computadora viendo por enésima ocasión una película de Barbie y le digo, como siempre, «cuando llegue tu papá le apagas», a lo que responde asintiendo con la cabeza. Llegó MiEspo y le dice:

-Apaga la compu
Silencio
-Que le apagues
-¡No!
-Tu mamá te dijo que le apagaras cuando yo llegara
-¡NO! ¡No quiero!
-Le apagas o le apago
-¡NOOOO! *Comienza el berrinche y se va ofendida a un cuarto

Regresa después de rato con un dibujito:

-¡Feliz día del Padre papá! *Para MiBeba cada tercer día es día del Padre y ella le dibuja cartitas con corazones y mil cosas.

Se le pasa un ratito el coraje, nos vamos a cenar. Otra vez discuten, ya ni recuerdo porqué, MiEspo le habla en un tono enérgico.

-Estás enojado… si estás enojado y me gritas es que no estás enamorado de mí
-Sí estoy enamorado de tí, ¿Porqué dices que no? Te traje tu leche y tu pan para que cenes
-Si me lo traes es que me quieres, pero si me gritas y me gritas enojado, es que no estás enamorado de mí
-Venga mi niña ¿Porqué llora? –Yo la metichona
-Es que mi papá me grita y yo estoy sufriendo, ya nunca jamás en la vida me voy a casar con él.

-Perdón por gritarte, vente a cenar.
-Sí papá. –Besos y abrazos

P.D. Lecciones de vida no pedidas pero ¡a su mecha! sí que se graban.

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Dos Historias De Amor

Tenía yo 15 primaveras, cuando unas hermanas Josefinas me invitaron a unirme a la congregación. Lo hicieron porque yo formaba parte activa de un grupo adolescente donde nos juntábamos a platicar, recibir catequésis, cantar, compartir experiencias. A mí me encantaba el apostolado, pero de eso a convertirme en hermana religiosa, había un grandísimo trecho.

Una de las hermanas insistía mucho, recuerdo que le dije que a mí me gustaban los hombres (demasiado), ya había tenido novios y quería volver a tener. Me contestó que también a ellas les gustaban los hombres, que ese no era impedimento, que lo pensara bien, lo único que me pedía era que lo consultara con mi corazón, no se trata de preferencias, me dijo, si no de lo que tú quieras hacer con tu vida, ponerte al servicio de los demás, entregar tu existencia a la gloria de Dios.

¡Ay caón! ¡chicles y chocolates! Pues me puso en un aprieto. Pasé noches sin dormir, oraba a cada momento, lloraba también. Me imaginaba mi vida en un convento, con las labores propias de las religiosas, vestida con hábitos, portando una cruz al cuello, dando Gloria a Dios. Luego pensaba en que quería conocer el verdadero amor, tener una hija, trabajar. No sabía que hacer, a Dios le pedía me mandara una señal, si era su voluntad que le sirviera como religiosa adelante, lo haría. Si no, pues algo que me sacudiese, Señor, estaba tan confundida.

Llegó el baile de las quinceañeras, que se celebra cada año en Mayo (casualmente, en mi mes) en el Colegio: se juntan todas las chicas que cumplen XV en ese ciclo escolar, se les monta un vals, un chotis y una polka, se hace la presentación de las damitas y luego hay un baile disco. (En estos tiempos ignoro si se sigue esa tradición). Los ensayos comenzaron en Abril, escogí de chambelán a un chico que me gustaba mucho, y que sospechaba, yo también le agradaba a él.

En esas tardes de ensayo, conocí a JR, un muchacho de Preparatoria que se ofreció como acompañante para aquellas muchachas que no habían conseguido pareja. Él era el segundo en la fila, yo la primera. Comenzamos a platicar y nos caímos bien. Él se enamoró de la chica con quien lo emparejaron, eramos compañeras desde la primaria. Ella no le correspondía, tenía otros intereses.

En fín, que llegó el tan ansiado baile, todo salió muy bien, a excepción de mis infaltables berrinches y el clásico encontronazo entre una de las monjas y mua. Acabado el evento ya no habría motivo para seguir viéndonos, sin embargo… JR empezó a buscarme en el Colegio, a la salida, dado que los chicos salen al parque en el recreo y las chicas se quedan dentro del instituto, no podíamos vernos durante clases. Luego, iba por las tardes a platicar, junto con otro amigo, a mi casa. La pasábamos bien. Él realmente sufría porque esta chica no le correspondía, yo ya estaba desanimada del muchacho que me gustaba; al mismo tiempo esperaba esa «señal» que le había pedido a mi Señor.

Uno de esos días, platicando en la noche, me dí cuenta que JR en realidad me agradaba ¡y mucho! sus ojos negros, sus enormes pestañas, sus valores, sus ideas… cuando acordé ya nos estábamos besando. ¡OMG! Caí rendida, enamorada, ilusionada.

Algo extraño pasaba, a ninguna persona de nuestros círculos (amigos, familia, vecinos) les convencía este noviazgo, sólo a su mamá, quien era la única que nos apoyaba. A mí me decían todo el tiempo, que él no me convenía, que era muy macho, cinco años mayor que yo, que era feo, que tenía muy mal carácter, que me iba a cambiar. Yo nunca hice caso a nada, él era mi «señal» y no lo iba a dejar escapar. Era feliz, estaba enamorada, quería casarme con él, hacer mi vida con él.

Él se graduó de Preparatoria y se enlistó en el ejército, quería estudiar aviación, pero por su estatura no lo aceptaron, sólo le permitieron entrenarse en la Sierra de Durango, a donde se fue a vivir. Venía a visitarme cada 15 días o cada mes, según se le presentara la ocasión. Vivía eternamente triste, porque al mismo tiempo MiMamáO se fue a EU y yo me sentía sola. Vivía también eternamente feliz, recibiendo sus cartas de amor y fotografías, anhelando volver a verlo, abrazarlo y besarlo.

Así pasaron dos años, al cabo de ese tiempo, las cosas habían cambiado mucho. Yo ya estaba en Preparatoria, planeando entrar a la Universidad, bailaba en la Casa de la Cultura, tenía mi grupo de amigas, me divertía bastante, mi mamá volvió y ya no se fue. Pero eso no era lo que me había hecho cambiar de parecer, si no otros factores. Cuando JR venía se quejaba amargamente de su padre, quien nunca se casó con su madre (era «la otra»), a pesar de tener otros 2 hermanos. No sólo se quejaba sino que, manifestaba un verdadero rencor hacia su progenitor, que hacía que su mirada se transformara de la dulzura a la furia.

Decía que me quería tanto, que ya se quería casar conmigo, que terminara la prepa o mejor aún, que no la terminara, que nos casaramos apenas cumpliera los 18, llevarme a vivir a casa de ¡SU MAMÁ! y tener varios hijos ¡Pero YA! Oye, yo quiero estudiar una profesión, quiero trabajar y desarrollarme, conocer otras personas, sí me quiero casar ¿pero vivir con tu mamá? ¿tener hijos antes de los 20? Como que no… algo andaba mal.

A veces discutíamos, entonces me escribía que se había ido a embriagar al pueblo, que le daba miedo serme infiel con alguna muchacha, porque me necesitaba. Mmmmh, mal, esto iba cada vez más mal. Que si algún día me iba con otro hombre me perseguiría y a él lo mataría con su rifle, y conmigo… sabe Dios que haría. No, así no baila mija con el señor. Yo estaba muy, muy enamorada, más comenzaron a caerme todos esos veintes de porqué a nadie le parecía este noviazgo. Inclusive, una de sus hermanas (a quienes quiero y aprecio aún al día de hoy) me dijo que yo había hecho cambiar a JR de amargado a feliz, pero en cuanto estuvo lejos de mí, volvió a ser el mismo chico inseguro, rencoroso y machista que siempre había sido. ¿Te doy un consejo?- me dijo– Déjalo. Él ya demostró que no va a cambiar, sólo te va a hacer daño con su forma de ser. ¡ZAZ!

Bueno, y para no hacerla más ¿MÁS? larga, porque todavía me falta la otra historia, terminé con él, por carta, por teléfono y en persona. Según yo, ya no eramos pareja. Según él, yo estaba confundida y sólo era una etapa. Si le preguntaban, él decía que seguíamos siendo novios. No, ya no eramos, ni amigos. Uno de esos días se dejó venir desde Durango, «para aclarar las cosas», que para mí no estaban oscuras. Platicamos, terminamos llorando yo y él golpeándose sus puños contra la pared. Pensé para mis adentros, que era un hombre muy violento, no quería dejarlo así, pero veía que era lo mejor para mí. No podría seguir con él por lástima o deber, tenía que dejarlo.

Corría el verano anterior a mi último año de Prepa. La pasaba súper bien en Danza Moderna, bailábamos, concursábamos, salíamos, jugábamos, etc. Era un grupo de amigos variopinto que gustaban de danzar a toda hora. Una de las compañeritas invitó a un amigo a verla en la presentación de fin de curso. El amigo, que vivía a 2 ciudades de distancia, aceptó y llegó puntualmente al evento. Sonaba en las bocinas la canción de Jingo interpretada por Santana, con arreglos modernos. Salimos al escenario, a entregarlo todo. A mí en particular es una de las coreografías que más he disfrutado bailar, el ritmo, los pasos y las ganas que le echamos eran únicos. Pues ahí tiene que el amigo, no me quitó el ojo de encima, ya ni por enterado se dió si la compañerita bailó o no bailó. Tan así, que se inscribió al curso de verano, y aunque no le tocaba estar en mi horario, él siempre estaba.

Nos presentaron formalmente una tarde después de otra presentación de promoción. Yo no le puse mucha atención, acababa de pasar un incidente en el escenario, estaba a punto de llorar. Recuerdo que lo miré apenas, pero me dió un apretón de manos de esos que dan gusto. Al día siguiente era cumpleaños de otra compañerita, llegué al salón de clases, lo ví recargado en una pared, con cara de triste-aburrido. Pensé, ¡ah! es el chavo que me presentaron ayer ¿porqué estará tan temprano? Lo invité a acompañarme a conseguir unos globos para llenarlos de agua y mojar a la cumpleañera. Él aceptó con senda sonrisota en los labios y un brillo muy especial en sus ojos. Fuimos a buscar globos y platicamos. Y platicamos y platicamos y platicamos y platicamos tanto y de tanto, de todo un poco.

Ahora sí que andaba todavía más que confundida. Mi corazón todavía sentía algo por JR, me gustaba otro chico de la danza y era correspondida y había un tercero al que yo le gustaba mucho, con quien me la pasaba muy bien, me atraía, pero no estaba enamorada. Al mismo tiempo, me decía, que ya mejor quedar así, porque también había sido lastimada y no quería vivir con miedo de lo que fuera a pasar (a estas alturas, me daba temor lo que JR hiciera a causa de nuestro rompimiento, me escondía de él). Ya mejor no tener novio, ya no enamorarse de nadie, mejor puros amigos y a enfocarme a los estudios, que es lo que realmente quiero… pensaba.

¡Ah! Sí, y este amigo, ahora MiAmigo. Compartíamos sueños, miedos, esperanzas, ilusiones. A ambos nos gustaba la música de Roberto Carlos, Camilo Sesto, Elio Roca, Air Supply, Chicago. Los dos habíamos vivido en ranchos, nos agradaría vivir en el campo, preferíamos leer que ver TV, nos encanta bailar, creemos en Cristo, nos gusta hacer ejercicio, odiamos la hipocresía, nos gustan las matemáticas… y un larguísimo etc.

Al cabo de muy poco tiempo, nos dimos cuenta de que estábamos enamorados, pero no queríamos ponerle título a la relación, por miedo a perdernos. Él también tenía novia, yo según ya no tenía aunque JR seguía diciendo que sí. MiAmigo terminó con su novia, yo ya había hecho lo propio con JR. Al fin le pusimos título a la relación, sí, somos novios.

MiAmigo, ahora MiNovio me apoyaba y animaba a terminar mis estudios. Cuando entré a Universidad él me ayudaba con las tareas que no entendía, me animaba, me acompañaba. Pasábamos las tardes charlando, escuchando música y soñando con el futuro. MiNovio volvía tarde a su casa, me llamaba y estábamos otras tantas HORAS al teléfono.

Él me decía que estudiara y me titulara, que trabajara en lo que yo quisiera, que viajara, que bailara, que me desarrollara. Que quería casarse conmigo, tener una hija y envejecer, pero cuando ambos estuvieramos trabajando, para forjarnos un futuro, hacernos de nuestra casa, viajar, seguir soñando… 🙂

MiNovio estudiaba una carrera que no le gustaba, sólo porque su mamá lo había obligado a hacerlo. Hablé mucho con él, hasta convencerlo de buscar su verdadera vocación, no importando que ya hubiera cursado la mitad de la carrera. Así lo hizo, escuchó a su corazón, probó con otra carrera, se retiró y luego otra. La tercera fue la vencida, terminó sus estudios con honores, siendo el alumno con más alto promedio de su salón, de su carrera, de su Universidad  y de todas las universidades de la región en aquel ciclo escolar.

Él tuvo que marcharse a trabajar a otra ciudad. Estuvimos separados 7 meses, al cabo de los cuales, no soportamos más vivir así.

Ese título que no queríamos usar, lo portamos durante ocho años, luego lo cambiamos por otro título que sí queríamos, deseábamos y anhelábamos usar: Esposos.

Hoy, se cumplen XV años de ese cambio de títulos. El festejo será la bienvenida para MiNene. 😀

*ella se retira debido a las nubosidades que invaden la pantalla y le impiden seguir escribiendo*

P.D. Finalmente, encontré el amor verdadero, ese que todo lo soporta, todo lo cree, todo lo puede. Pruebas han habido muchas. Discusiones y peleas también, pero son menos que los momentos de felicidad, pasión, ternura, alegría y amistad. Tres hijos nos avalan. Y el hecho de que el pobre aún no se haya suicidado, después de soportarme durante 23 años. 😛

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Duermes

Duermes hija mía. Y en tu rostro se muestra toda la ternura y la paz de la que sólo los ángeles pueden disfrutar. Tus largas pestañas enmarcan tus enormes ojos, chocan cual aleteo de mariposa con uno de tus tres lunares que forman un caminito precioso que desciende a tu mejilla izquierda.

Tu piel, tibia y suave, nueva y mía, comienza resecarse un poco en el área de tus manos. Creo que es porque has trabajado mucho con resistol, corrector y otros productos en la escuela. O quiza porque ahora juegas con tierra y te trepas a los juegos más que antes. No lo sé. Pero tus delgados dedos están creciendo mucho. Toda tú mi niña, pronto dejarás de ser una chiquita para convertirte en señorita. Tu cuerpo cambia, tu corazón también.

El tiempo, como siempre, pasa tan de prisa cuando de tí se trata. Hace tan poco te tenía en mi regazo, ahora tienes curiosidad por saber lo que es el primer beso. ¡Mi niña hermosa! ¡Tienes tanta prisa por crecer! ¡Disfruta tu niñez! ¡Cuando menos acuerdes habrá pasado como el vuelo del colibrí!

Quieres hacer tantas cosas, que no te alcanza el día: vas a la escuela, al curso de la USAER, al coro, al catecismo. Hoy se te ocurrió asistir a la patrulla juvenil, llegaste rendida, apenas tomaste un respiro y un poco de agua y ahí vas corriendo al ensayo del coro y después a la ceremonia del miércoles de Ceniza. Así, que al volver, alcanzaste a bañarte y justo a mitad de tus ejercicios te quedaste dormida. Profunda y plácidamente dormida.

Te coloqué las calcetas en los pies desnudos, te cobijé como cuando eras bebé, te peine tu cabello aún húmedo. Despertaste un segundo, tus ojos rojizos y llorosos denotaban el cansancio que sentías. Parecías preguntarme ¿Qué haces aquí mamá? pero tus labios ni siquiera se movieron, volviste a cerrar los ojos y a aletear esas bellas pestañas que Dios te dió. Ahí me quedé unos minutos observándote. Llenándome de tu respiración y del calorcito de tu cuerpo. Sigues siendo una niña. Una tierna niña, que sueña con hadas y príncipes, que quiere luchar contra dragones y explorar al lado de dinosaurios, que igual baila una canción moderna y lee un libro de una sentada. Pero estás transformándote en una pequeña señorita que se sonroja al ver al objeto de sus ilusiones.

Aún me tienes confianza. Quiero que no me la pierdas. Quiero que puedas contarme lo que sientes, lo que te pasa, lo que temes. Quiero que Dios me dé sabiduria para aconsejarte y paciencia para no juzgarte. No quiero ser tu amiga, quiero ser tu madre y que tú me veas así, como aquella persona que no te miente y que aunque se equivoque, siempre hará lo que crea mejor para tí.

Sé que te regaño mucho, que a veces puedo parecer muy exigente. Sólo deseo que seas una persona de bien, que sueñes y luches por tus sueños, que seas feliz haciendo lo que te gusta, que tengas disciplina y responsabilidad, orden y templanza. No lo hago por fastidiarte, necesito que te sepas valer por tí misma. Anhelo verte crecer, ver como vas alcanzando lo que querías, acompañarte cuando descubras todo el potencial que tienes, estar ahí para tí cuando alguien te rompa el corazón, tratar de darte una razón para cada uno de tus porqués.

No soy la mejor, ni la peor, simplemente soy tu mamá. Quien daría la vida por tí si fuese necesario. Quien olvida lavar el uniforme a veces, quien te busca el chocolate en el súper, quien recoge esas muñecas que dejaste debajo de la cama, quien sueña con que un día puedas usar zapatillas en vez de zapatos ortopédicos, quien te presiona cada noche para que uses tu aparato dental.

Siempre te esperé, siempre supe que tú vendrías a mí, que serías mía y yo de tí.

Te amo, mi princesa, mi niña soñada. Y me gusta tanto verte dormir. 🙂

Publicado en Maternidad, Personal

Mariposas en el Vientre

 

Hicimos nuestra cartita con destino a París, esperando pronta respuesta. Los días comenzaron a transcurrir rápidamente, el agotador mes de Diciembre no daba mucho tiempo para pensar, ni sacar cuentas. Cuando vine a sentarme en mi sillón favorito, me dí cuenta de la fecha: estaba por terminarse la semana, el mes, el año… y aquella visita de cada mes no hizo  su aparición.

Comencé a preguntarme si sí o si no. Algo dentro de mí, me decía que sí. Un rotundo SÍ. ¿Porqué? Porque el aletear de una mariposita levantaba enormes olas en mi vientre. ¿Cómo es posible? Sí lo es. Posible, probable y probado. Sé que soy una exagerada, pero en cada embarazo he sentido como una revolución se gesta dentro de mí. Inicia precisamente así, un suave aleteo. Un calor que me viene del vientre y va subiendo. Un gozo interno que no tiene razón aparente. Sensible siempre he sido, llorona y enojona. También esto se acentúa en este estado. Hay otro cambio muy visible: mis ojos. Se aclaran y brillan de un modo inusual.

Me siento ansiosa, quiero comer todo el santo día. A causa de esto es que aumenté 20 kg. en cada embarazo. Luego los bajé al cuarto mes de aliviada, pero no por eso debo tirarme a los excesos. Cólicos, secreción, extra sensibilidad  y una serie de intimidades me decían que sí. Con todo y esto, no terminaba de convencerme. Alguna vez he tenido retraso de varios días ¿Qué tal si todo era producto de mi imaginación y enorme deseo de ser madre por tercera ocasión? Mi esposo aseguraba que sí, sí. Sus razones: sus contínuos antojos, una sensación muy especial de la noche  en que hicimos la petición, y sobre todo: «tus caderas se redondean de inmediato. Y el brillo en tu mirada» me dice.

Tampoco quería que fuera una falsa alarma y él, mi marido, fuera a desilusionarse. Digo él, porque si no había nada, yo estaría conforme. «No era su tiempo, lo volveríamos a intentar más adelante», me repetía para mis adentros, como tratando de lavarme el cerebro. De repente punzadas muy fuertes en la cintura «ya me va a bajar» decía.

El aleteo seguía… el crecimiento en mi vientre… el desbordamiento de mi corazón…

Hace varios meses (yo creo casi el año) que mi esposo llegó de la escuela, con una prueba de embarazo en la mano. «Me la encontré en un teléfono», me comenta. Mi loca cabecita inventó una historia acerca de esa prueba. Venía en su cajita original, cerrada. Imaginé que alguna chica la había comprado para confirmar sus sospechas y que le habría hablado a su pareja para informarle que estaba a punto de hacerse la prueba, tal vez por su nerviosismo o tal vez porque discutieron, partió dejando en la cabina el instrumento que acabaría con sus dudas. Y ahora estaba en mi poder. ¿Qué pasaría con ellos?

En fin, que hemos andado algo gastados, ya habían pasado 4 días de retraso (sé que no es nada, pero para mí que soy muy regular… pues sí pesan) y recordé el susodicho test. ¡Pues me lo voy a hacer! Que voy, que la agarro, que le leo: Caducidad al Oct 11. No importa, yo me la voy a hacer. Que la abro y que ¡Chicles y Chocolates! ¡Estaba abiertaaaaaa! ¡Ayyyy! Y no sólo eso, estaba usada. Y tenía resultado negativo. ¡Por dios! He guardado una prueba de emabarazo usada USADA por no sé cuantos meses en un cajón de mi clóset ¡YEOWWW!

Pasada la sorpresa, me reí a carcajadas.

Bueno, ¿Y ahora qué? Esperamos un par de días. Actualmente no tengo servicio del IMSS, andamos viendo los trámites para darnos de alta. Las niñas regresaron a la escuela y aproveché para ir a la clínica donde me estuve tratando el anterior embarazo. Yo iba mentalmente preparada para que me hicieran la prueba en sangre. No es que me guste mucho recibir piquetes, pero ya me había hecho a la idea. Planeaba decirle a la laboratorista que me guardase la bandita (Seguramente, atienden a cientos de personas diariamente y me iba a hacer mucho caso ¿no?).

Pues que llego, pago mi consulta, me llama el ginecólogo.

-Hice todo lo que tenía que hacer, seguí sus consejos y aquí estoy. Creo -FIRMEMENTE- que estoy embarazada.Vengo a que me haga los exámenes necesarios.
El Doctor abrió sus enormes ojos. Sonrió levemente.
-¿Fecha de su última menstruación?– Esa fecha que debe quedar grabada en piedra, porque me la estarán preguntando los próximos 8 meses.
-¿Cólicos, ascos, manchaditos de sangre? – Y todo lo demás que preguntan en estos casos.
-Yo creo que sí señora, para saberlo sólo hay de dos: una prueba de sangre, porque la de orina no es muy confiable, y un ultrasonido. Pero por la edad, estará muy pequeño y es probable que no se vea nada. Y, ¿para qué mortificarla con un piquete? Mire mejor esperemos al viernes y la veo en mi consultorio particular.
-Ok- le digo.

Más y más días de espera.

Hoy fue el día. Llegamos al consultorio, mi esposo, mis hijas y yo. Tardo algo en llegar el doctor, porque venía de una operación. El equipo, muy moderno, el edificio de lo más agradable. Me subo a la camilla, me preparo, me unta el gel y voalá. Ahí está. Una pequeñísima, diminuta, minúscula bolsita de líquido… con un apenas perceptible puntito blanco. 🙂

Ahí estás hijo mío. Como una lentejita. Diminuto en tamaño y gigantesco en amor.

-¿Todo bien doctor?
-Todo en regla. Está bien posicionado, está bien irrigado, la sangre fluye bien, un solo puntito, por lo tanto es un bebé. Muestra signos favorables, todo transcurre en perfectas condiciones. Ahora sí, confirmado: ¡Está usted embarazada! ¡FELICIDADES!

P.D. Mibeba preguntó si así nos iban a dar el bebé. Así de chiquitito. Le digo que no, que hay que esperar a que crezca. ¡Ah bueno! contesta ella. 😀

Publicado en Familia, Personal

Mi Mamá Gelo

Mi Mamá Gelo era la quinta de 10 hermanos. Era muy unida a todos ellos, especialmente a su hermana Fanny. Las vestían igual y asistían a la escuela al mismo grado. Pero mi mamá Gelo era más pequeña, por lo tanto tuvo que adaptarse a niños un poco más grandes que ella. Solía contarme que jugaban mucho en el rancho, con niños y niñas y que en ese entonces eran muy inocentes. Estudio comercio, ayudaba a sus padres en la tienda. A pesar de que le gustaba bailar, era algo seria, reservada, no muy expresiva, podría decirse que hasta un poco seca. Conoció a mi papá Amadeo, quien era varios años mayor que ella. Él tenía fama de mujeriego y parrandero, sus padres se oponían a esta unión. Ella dijo: pues así lo amo y así me voy a aguantar. Y así lo hizo.

Se casaron y ella no quería tener hijos. Decía que no le gustaban los niños. Papá Amadeo insistía hasta el cansancio. Llegó el primer hijo, mi tío Roge. Al mes de nacido enfermo gravemente, no podía alimentarse. Estaba en los puros huesos, a punto de morir. En pocos meses mi papá también enfermó de Tifoidea, le dieron un mal tratamiento y estuvo al borde de la muerte. Mi mamá Gelo, que era chaparrita y muy delgada, tuvo que donar sangre para mi papá. El médico la regañó: -Usted está para que le donen, no para andar regalando su sangre. Finalmente, gracias a los amorosos cuidados de ella, y a navegar entre no se cuántos doctores, los dos sobrevivieron.

Llegó un segundo hijo, se le enredó el cordón me parece, nació y vivió unos cuantos minutos. Le sepultaron. Mi mamá se había aliviado en casa, con partera, como la primera vez. Cómo el niño falleció, mi papá quiso que la siguiente ocasión se atendiera en un hospital. Y así fue. Nació mi tío Chato.

Mi mamá Gelo ya no quería más hijos, había sufrido mucho con la enfermedad del primero y la muerte del segundo. Dios le bendijo de nuevo, esta vez con una niña. Mi mamá O.

Mi papá era administrador en una granja porcina, ahí vivieron durante varios años. Los niños crecieron y se convirtieron en jóvenes. Mi tío Roge se fue a estudiar al DF y en esas andaba cuando la matanza de Tlatelolco. A partir de entonces comenzó el insomnio nervioso de mi mamá Gelo.

Mi mamá O conoció a un hombre que le llevaba varios años. Se enamoró. Discutía muchísimo con mi mamá Gelo a causa de él. Él la convenció, cuando ella recién cumplió los 18 años se casaron a escondidas de mis papás. Se fueron a vivir a la capital. Mi mamá O trabajaba, él estudiaba. Vivieron en una situación muy precaria, apenas si sobrevivían con el sueldo de ella. Nací yo, menos de 2 años después nació mi  hermano. Se regresaron, se divorciaron.

Él se quedó con la patria potestad, a base de sobornos y mentiras. Una tarde mi papá Amadeo, junto con mi mamá O y otra persona, fueron a casa de él y nos «secuestraron». Mi mamá Gelo nos acogió con un cariño que me sobrepasaba. Yo tenía otra versión de la historia, les hice sufrir mucho los primeros meses. Paso a pasito, mi mamá nos fue enamorando, a mi hermano y a mí.

Mi mamá O trabajaba para poder mantenernos, pasábamos la mayor parte del tiempo con mi mamá Gelo. Como ya había comentado, en la granja no había vecinos, el rancho más cercano estaba a 2 km por carretera. Crecimos solos, acompañados de mis 2 mamás, mi papá, los árboles, los pájaros, las flores y el hoink hoink de fondo. Mis papás sufrieron mucho por nuestra causa, el proceso de divorcio duró varios dolorosos años.

Su madre enfermó, ella se rolaba con sus hermanos para cuidarla en el hospital. Le dió el último adiós. Su corazón volvió a partirse en dos.

La situación económica empeoró cuando mi papá tuvo que dejar la granja porcina por la poca venta de cerdos. Nos fuimos a otra ciudad, mi mamá O ya no completaba. Se fue de ilegal a Estados Unidos, con tal de mandarnos unos cuantos dólares. Eramos adolescentes y quedamos al total cuidado de mis padres. Era cuando más la necesitaba.

Mi papá enfermó de cáncer en el páncreas y se fue rápidamente. Mi mamá Gelo mostró una entereza que nadie sospechaba que tenía. Siguió adelante, a pesar de las ganas de seguir a  la tumba al compañero de toda su vida. Estaban por cumplir 50 años de casados.

Mi mamá Gelo fue madre y abuela a la vez. Le tenía mucha confianza, le platicaba mis cosas, ella me contaba sus recuerdos, pesadillas y preocupaciones. Me encantaba ver una y otra vez su álbum de fotografías. Le gustaba ver las viejas películas de 8 mm en el proyector, que por cierto, todavía funciona.

Cocinaba de maravilla, yo nunca he podido igualar su sazón. Sabía recetas sencillas, las preparaba con mucho amor. Zurcía la ropa y le quedaba como a un profesional. Tenía paciencia infinita para un montón de cosas más. Me daba muchos consejos, me escuchaba. Se dejaba que le hiciera cosquillas, que la peinara y que le diera muchos besitos.

Le detectaron cáncer en una pierna. La operaron y le extirparon el ganglio afectado. Se sometió a quimioterapias. Perdió su cabello. El amigo de un amigo le comentó de un indio yerbero de Sonora. Mandó pedir el remedio, para combatir y prevenir el cáncer. Sabía a rayos. Olía a drenaje. Debía tomarse el menjurge en ayunas y sin respirar. Lo hizo. Se lo terminó y cuando el Doctor volvió a analizarle, dijo: ¡Es un milagro! ¡El cáncer desapareció! La única secuela que quedó fue la inflamación constante de su pierna.

Despidió a casi todos sus hermanos, unos por enfermedad, otros por accidente, partieron al cielo. Sobrevivían tan sólo 4 contándola a ella.

Cuando me iba a casar, me preguntó si lo había pensado bien. Me recordó que la vida matrimonial es muy distinta al noviazgo, me advirtió que las cosas podrían cambiar. Me pidió que no me embarazara luego luego, sino que esperara un tiempo razonable para asentarnos.

Ella estuvo presente en mis graduaciones escolares, en mis presentaciones de Danza, en mis sacramentos, cuando nació mi primer hija. Me hizo salir de la depresión pos-parto, me motivó a valerme por mi misma y darme cuenta de que sí podía ser mamá y que podría educar a mi beba. Ella que no gustaba de los niños, tuvo en sus brazos a sus hijos, a sus nietos y a sus bisnietos. 🙂

Le llamaba casi diario, a saludarla para saber como había amanecido. Lo hacía para preguntarle como se guisaba el picadillo, como se bajaba la fiebre, como debía regar la Galatea. Le marcaba para platicarle que la niña me hacía berrinche, que la vecina me hizo mala cara, que había tenido una pesadilla, que tenía un presentimiento. Ella sabía, sin que yo le dijera nada, cuando estaba yo contenta, triste, sentida, molesta. Podía yo enojarme con todo el mundo, con todas mis amigas, con el novio, con la familia, menos con mi mamá Gelo. Siempre despertó en mí infinita ternura.

En ocasiones me preguntaba yo que haría el día que la perdiera. Cuando ese día llegó, una parte de mí se fue con ella.

P.D. Hoy la recuerdo con todo mi cariño, es su cumpleaños número 87. Yo sé que en alguna parte del cielo, los ángeles están de fiesta.