Tenía yo 15 primaveras, cuando unas hermanas Josefinas me invitaron a unirme a la congregación. Lo hicieron porque yo formaba parte activa de un grupo adolescente donde nos juntábamos a platicar, recibir catequésis, cantar, compartir experiencias. A mí me encantaba el apostolado, pero de eso a convertirme en hermana religiosa, había un grandísimo trecho.
Una de las hermanas insistía mucho, recuerdo que le dije que a mí me gustaban los hombres (demasiado), ya había tenido novios y quería volver a tener. Me contestó que también a ellas les gustaban los hombres, que ese no era impedimento, que lo pensara bien, lo único que me pedía era que lo consultara con mi corazón, no se trata de preferencias, me dijo, si no de lo que tú quieras hacer con tu vida, ponerte al servicio de los demás, entregar tu existencia a la gloria de Dios.
¡Ay caón! ¡chicles y chocolates! Pues me puso en un aprieto. Pasé noches sin dormir, oraba a cada momento, lloraba también. Me imaginaba mi vida en un convento, con las labores propias de las religiosas, vestida con hábitos, portando una cruz al cuello, dando Gloria a Dios. Luego pensaba en que quería conocer el verdadero amor, tener una hija, trabajar. No sabía que hacer, a Dios le pedía me mandara una señal, si era su voluntad que le sirviera como religiosa adelante, lo haría. Si no, pues algo que me sacudiese, Señor, estaba tan confundida.
Llegó el baile de las quinceañeras, que se celebra cada año en Mayo (casualmente, en mi mes) en el Colegio: se juntan todas las chicas que cumplen XV en ese ciclo escolar, se les monta un vals, un chotis y una polka, se hace la presentación de las damitas y luego hay un baile disco. (En estos tiempos ignoro si se sigue esa tradición). Los ensayos comenzaron en Abril, escogí de chambelán a un chico que me gustaba mucho, y que sospechaba, yo también le agradaba a él.
En esas tardes de ensayo, conocí a JR, un muchacho de Preparatoria que se ofreció como acompañante para aquellas muchachas que no habían conseguido pareja. Él era el segundo en la fila, yo la primera. Comenzamos a platicar y nos caímos bien. Él se enamoró de la chica con quien lo emparejaron, eramos compañeras desde la primaria. Ella no le correspondía, tenía otros intereses.
En fín, que llegó el tan ansiado baile, todo salió muy bien, a excepción de mis infaltables berrinches y el clásico encontronazo entre una de las monjas y mua. Acabado el evento ya no habría motivo para seguir viéndonos, sin embargo… JR empezó a buscarme en el Colegio, a la salida, dado que los chicos salen al parque en el recreo y las chicas se quedan dentro del instituto, no podíamos vernos durante clases. Luego, iba por las tardes a platicar, junto con otro amigo, a mi casa. La pasábamos bien. Él realmente sufría porque esta chica no le correspondía, yo ya estaba desanimada del muchacho que me gustaba; al mismo tiempo esperaba esa «señal» que le había pedido a mi Señor.
Uno de esos días, platicando en la noche, me dí cuenta que JR en realidad me agradaba ¡y mucho! sus ojos negros, sus enormes pestañas, sus valores, sus ideas… cuando acordé ya nos estábamos besando. ¡OMG! Caí rendida, enamorada, ilusionada.
Algo extraño pasaba, a ninguna persona de nuestros círculos (amigos, familia, vecinos) les convencía este noviazgo, sólo a su mamá, quien era la única que nos apoyaba. A mí me decían todo el tiempo, que él no me convenía, que era muy macho, cinco años mayor que yo, que era feo, que tenía muy mal carácter, que me iba a cambiar. Yo nunca hice caso a nada, él era mi «señal» y no lo iba a dejar escapar. Era feliz, estaba enamorada, quería casarme con él, hacer mi vida con él.
Él se graduó de Preparatoria y se enlistó en el ejército, quería estudiar aviación, pero por su estatura no lo aceptaron, sólo le permitieron entrenarse en la Sierra de Durango, a donde se fue a vivir. Venía a visitarme cada 15 días o cada mes, según se le presentara la ocasión. Vivía eternamente triste, porque al mismo tiempo MiMamáO se fue a EU y yo me sentía sola. Vivía también eternamente feliz, recibiendo sus cartas de amor y fotografías, anhelando volver a verlo, abrazarlo y besarlo.
Así pasaron dos años, al cabo de ese tiempo, las cosas habían cambiado mucho. Yo ya estaba en Preparatoria, planeando entrar a la Universidad, bailaba en la Casa de la Cultura, tenía mi grupo de amigas, me divertía bastante, mi mamá volvió y ya no se fue. Pero eso no era lo que me había hecho cambiar de parecer, si no otros factores. Cuando JR venía se quejaba amargamente de su padre, quien nunca se casó con su madre (era «la otra»), a pesar de tener otros 2 hermanos. No sólo se quejaba sino que, manifestaba un verdadero rencor hacia su progenitor, que hacía que su mirada se transformara de la dulzura a la furia.
Decía que me quería tanto, que ya se quería casar conmigo, que terminara la prepa o mejor aún, que no la terminara, que nos casaramos apenas cumpliera los 18, llevarme a vivir a casa de ¡SU MAMÁ! y tener varios hijos ¡Pero YA! Oye, yo quiero estudiar una profesión, quiero trabajar y desarrollarme, conocer otras personas, sí me quiero casar ¿pero vivir con tu mamá? ¿tener hijos antes de los 20? Como que no… algo andaba mal.
A veces discutíamos, entonces me escribía que se había ido a embriagar al pueblo, que le daba miedo serme infiel con alguna muchacha, porque me necesitaba. Mmmmh, mal, esto iba cada vez más mal. Que si algún día me iba con otro hombre me perseguiría y a él lo mataría con su rifle, y conmigo… sabe Dios que haría. No, así no baila mija con el señor. Yo estaba muy, muy enamorada, más comenzaron a caerme todos esos veintes de porqué a nadie le parecía este noviazgo. Inclusive, una de sus hermanas (a quienes quiero y aprecio aún al día de hoy) me dijo que yo había hecho cambiar a JR de amargado a feliz, pero en cuanto estuvo lejos de mí, volvió a ser el mismo chico inseguro, rencoroso y machista que siempre había sido. ¿Te doy un consejo?- me dijo– Déjalo. Él ya demostró que no va a cambiar, sólo te va a hacer daño con su forma de ser. ¡ZAZ!
Bueno, y para no hacerla más ¿MÁS? larga, porque todavía me falta la otra historia, terminé con él, por carta, por teléfono y en persona. Según yo, ya no eramos pareja. Según él, yo estaba confundida y sólo era una etapa. Si le preguntaban, él decía que seguíamos siendo novios. No, ya no eramos, ni amigos. Uno de esos días se dejó venir desde Durango, «para aclarar las cosas», que para mí no estaban oscuras. Platicamos, terminamos llorando yo y él golpeándose sus puños contra la pared. Pensé para mis adentros, que era un hombre muy violento, no quería dejarlo así, pero veía que era lo mejor para mí. No podría seguir con él por lástima o deber, tenía que dejarlo.
Corría el verano anterior a mi último año de Prepa. La pasaba súper bien en Danza Moderna, bailábamos, concursábamos, salíamos, jugábamos, etc. Era un grupo de amigos variopinto que gustaban de danzar a toda hora. Una de las compañeritas invitó a un amigo a verla en la presentación de fin de curso. El amigo, que vivía a 2 ciudades de distancia, aceptó y llegó puntualmente al evento. Sonaba en las bocinas la canción de Jingo interpretada por Santana, con arreglos modernos. Salimos al escenario, a entregarlo todo. A mí en particular es una de las coreografías que más he disfrutado bailar, el ritmo, los pasos y las ganas que le echamos eran únicos. Pues ahí tiene que el amigo, no me quitó el ojo de encima, ya ni por enterado se dió si la compañerita bailó o no bailó. Tan así, que se inscribió al curso de verano, y aunque no le tocaba estar en mi horario, él siempre estaba.
Nos presentaron formalmente una tarde después de otra presentación de promoción. Yo no le puse mucha atención, acababa de pasar un incidente en el escenario, estaba a punto de llorar. Recuerdo que lo miré apenas, pero me dió un apretón de manos de esos que dan gusto. Al día siguiente era cumpleaños de otra compañerita, llegué al salón de clases, lo ví recargado en una pared, con cara de triste-aburrido. Pensé, ¡ah! es el chavo que me presentaron ayer ¿porqué estará tan temprano? Lo invité a acompañarme a conseguir unos globos para llenarlos de agua y mojar a la cumpleañera. Él aceptó con senda sonrisota en los labios y un brillo muy especial en sus ojos. Fuimos a buscar globos y platicamos. Y platicamos y platicamos y platicamos y platicamos tanto y de tanto, de todo un poco.
Ahora sí que andaba todavía más que confundida. Mi corazón todavía sentía algo por JR, me gustaba otro chico de la danza y era correspondida y había un tercero al que yo le gustaba mucho, con quien me la pasaba muy bien, me atraía, pero no estaba enamorada. Al mismo tiempo, me decía, que ya mejor quedar así, porque también había sido lastimada y no quería vivir con miedo de lo que fuera a pasar (a estas alturas, me daba temor lo que JR hiciera a causa de nuestro rompimiento, me escondía de él). Ya mejor no tener novio, ya no enamorarse de nadie, mejor puros amigos y a enfocarme a los estudios, que es lo que realmente quiero… pensaba.
¡Ah! Sí, y este amigo, ahora MiAmigo. Compartíamos sueños, miedos, esperanzas, ilusiones. A ambos nos gustaba la música de Roberto Carlos, Camilo Sesto, Elio Roca, Air Supply, Chicago. Los dos habíamos vivido en ranchos, nos agradaría vivir en el campo, preferíamos leer que ver TV, nos encanta bailar, creemos en Cristo, nos gusta hacer ejercicio, odiamos la hipocresía, nos gustan las matemáticas… y un larguísimo etc.
Al cabo de muy poco tiempo, nos dimos cuenta de que estábamos enamorados, pero no queríamos ponerle título a la relación, por miedo a perdernos. Él también tenía novia, yo según ya no tenía aunque JR seguía diciendo que sí. MiAmigo terminó con su novia, yo ya había hecho lo propio con JR. Al fin le pusimos título a la relación, sí, somos novios.
MiAmigo, ahora MiNovio me apoyaba y animaba a terminar mis estudios. Cuando entré a Universidad él me ayudaba con las tareas que no entendía, me animaba, me acompañaba. Pasábamos las tardes charlando, escuchando música y soñando con el futuro. MiNovio volvía tarde a su casa, me llamaba y estábamos otras tantas HORAS al teléfono.
Él me decía que estudiara y me titulara, que trabajara en lo que yo quisiera, que viajara, que bailara, que me desarrollara. Que quería casarse conmigo, tener una hija y envejecer, pero cuando ambos estuvieramos trabajando, para forjarnos un futuro, hacernos de nuestra casa, viajar, seguir soñando… 🙂
MiNovio estudiaba una carrera que no le gustaba, sólo porque su mamá lo había obligado a hacerlo. Hablé mucho con él, hasta convencerlo de buscar su verdadera vocación, no importando que ya hubiera cursado la mitad de la carrera. Así lo hizo, escuchó a su corazón, probó con otra carrera, se retiró y luego otra. La tercera fue la vencida, terminó sus estudios con honores, siendo el alumno con más alto promedio de su salón, de su carrera, de su Universidad y de todas las universidades de la región en aquel ciclo escolar.
Él tuvo que marcharse a trabajar a otra ciudad. Estuvimos separados 7 meses, al cabo de los cuales, no soportamos más vivir así.
Ese título que no queríamos usar, lo portamos durante ocho años, luego lo cambiamos por otro título que sí queríamos, deseábamos y anhelábamos usar: Esposos.
Hoy, se cumplen XV años de ese cambio de títulos. El festejo será la bienvenida para MiNene. 😀
*ella se retira debido a las nubosidades que invaden la pantalla y le impiden seguir escribiendo*
P.D. Finalmente, encontré el amor verdadero, ese que todo lo soporta, todo lo cree, todo lo puede. Pruebas han habido muchas. Discusiones y peleas también, pero son menos que los momentos de felicidad, pasión, ternura, alegría y amistad. Tres hijos nos avalan. Y el hecho de que el pobre aún no se haya suicidado, después de soportarme durante 23 años. 😛
Qué belloooooooooo, me encantó tu relato, realmente te felicito, qué viva el amor, yo espero poder volver a experimentarlo porque creo firmemente en el matrimonio. Me emocionó mucho leerlo, un abrazo!!!
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¡Todo un honor viniendo de tí estas palabras! ¡Gracias, realmente me emocionas! ¡abrazo recibido!
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Oli!! me conmueves cuando hablas de tu Esposo. Se nota el amor tan grande (no solo en la panza del Nene, y en tus hijas, se nota en cada palabra, en como lo describes, cómo lo ves, cómo se nota tu admiración hacia él, seguro que muy bien correspondida).
Como dice Elizabeth, que viva el amor!!
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¡OH! ¿De verdad? Por acá las vecinas comentan como si yo fuera la mala-bruja del cuento y el pobre de MiEsposo la víctima ceniciento… 😀
Siempre he sentido que él me ama más de lo que merezco… :´)
¡Gracias por tus palabras!
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Que linda historia de amor!! Que hermoso que puedan compartir Este amor durante tanto tiempo, y como decimos aquí, vayan x mas! Te felicito Oli! Bienvenido TuNene con tanto cariño en puerta. !!!
( que lindas historias tienes para compartir con tus niñas!!!)
Bsss
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¡oh, Carla! Siempre logras arrancarme una lagrimilla de felicidad 🙂
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ay cariño, es lo tu haces por mi cada semana!!!
😉
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¡Vivan los esposos! ¡Viva el amor!
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¡Gracias mi niña preciosa! 😀
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23 años y una hermosa historia seguro solo una de tantas que han vivido, felicidades y si que viva el amor
Rosa C
Aprendiendo a ser Madre
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¡Qué amable! Gracias por tus palabras, el post es de hace dos años, así que ahora serán 25 años.
Un abrazo!
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23 años!!! Oli de verdad quiero ser como tu 🙂
Gracias por compartir esta historia tan bellísima 🙂 definitivamente, el amor siempre llega en el momento menos esperado. Que bueno que supiste identificar la señales de una relación no buena y dejar libre tu corazón.
Gracias y muchos besos!
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¡Oh gracias! Toma en cuenta que estoy sumando los años de noviazgo con los de matrimonio 😀
Quise platicar mis dos historias, porque la verdad yo estaba profundamente enamorada de JR, quería casarme con él, me imaginaba mi futuro con él, pero gracias a Dios abrí a tiempo los ojos, no siempre lo que uno quiere es lo mejor para uno, y mira, el destino quiso que conociera a MiEspo, aquí seguimos juntos, «lo que nos dure el sol» como dice él.
P.D. A mí me ha encantado tu historia de amor ¡Cuánta pasión! Alucino… :-*
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