Sucedió que al irse mi amado a trabajar a otra ciudad, nos dimos cuenta de que ya no podíamos vivir el uno sin el otro, decidimos así casarnos.
Él siempre ha sido muy distraído, yo juraba y perjuraba que iba a olvidar la fecha del enlace, se lo anoté en cuanta agenda, calendario y papel encontraba, le llamé ese día temprano, sólo reía.
Mi Boda fue de lo más sencillo, no queríamos nada fastuoso, invitamos a la familia y a los amigos más cercanos. Nos casamos un viernes 22 de Agosto, él tuvo que pedir permiso en su trabajo para poder venir al evento (ya se me figuraba casándome por teléfono, ahora sería por internet).
Contrario a lo imaginado, llegó temprano. A decir verdad, muy temprano, más temprano que yo, que en ese entonces vivía a escasas 7 cuadras de la parroquia. Llegó tan temprano que el sacerdote lo puso a desenrollar la alfombra, luego el pobre se ensució su traje.
-¿Usted es el novio?
-Sí
-¡Sirva de algo! ¡Desenrolle la alfombra!
Yo estaba lista desde una hora antes, a mediodía había ido a peinarme, usaba el cabello mediano y lo tengo muy lacio, la muchacha de la estética me peinaba, me soltaba el cabello, me ponía broches, me despeinaba, me volvía a sujetar el cabello y así estuvo, hasta que le dije: –¿Me va a peinar de una buena vez o despeinada me voy a casar? Dale, me terminó en 10 minutos.
La cosa fue, que me llevaría mi tío en el auto blanco de mi tía, pero no podíamos salir de la casa porque mi prima estaba súper nerviosa y no podía ponerse los aretes, ni maquillarse… ¿Qué la que se iba a casar no era yo? Pues ahí tienes… llegué tarde por esperar a mi primis. Estaba por irme a pie, total ¿Qué son 7 cuadras?
Bajando del auto, volteé a ver a mi alrededor, estilo paneo con mirilla telescópica, todos estaban ahí: Mis amigos del Tec, mi maestra de danza, mis amigos de la infancia, mi novio, mis tíos, mis primos, la familia de mi novio, mis mamás, mi hermano… ¡Ah! ¡Sí! Sí ahí esperándome con una sonrisota de oreja a oreja y evidentemente nervioso (y creo que hasta más delgado) mi novio, que en pocos minutos sería mi marido.
Para esto, llegó una ancianita y le preguntó a mi mejor amiga si eran XV años o qué. Ella le explicó que era una boda.
-¿Quién se va a casar? ¿La niña esa?
-Sí, pero no es niña, ya es una señorita.
-¡Pero está chiquita! ¿Con quién se va a casar? ¿Con aquel muchacho tan guapo de por allá?
-No, ese es el hermano. Se va a casar con el joven de por acá.
-¡Pero está muy mayor para ella! No es cierto, usted me está engañando.
-Le digo que sí, yo soy su amiga desde niña, se va a casar con el de acá.
Y para no hacerla más larga, la ancianita (que no estaba invitada a la boda) se quedó toda la ceremonia a cerciorarse de que no era quinceañera y de que me casaría siendo tan pequeña…
Entramos, yo temblaba y sentía los pies chuecos, tanto por la emoción, como porque mi hermano, quien fue quien me entregó, está muy alto y un paso de él son 2.5 míos, así que casi me llevaba corriendo. Yo tan sólo veía al frente, donde mi amado aguardaba mi llegada.
Comenzó la ceremonia, todo tranquilo, lo habitual. Cuando el Sacerdote nos invita a responder… ¡Dios! un gallo se me escapó, la voz toda temblorosa y apenas audible… tragué saliva y tuve que hacer un esfuerzo para no dejar que mis rodillas doblaran, de momento pensé: -¿De verdad está pasando? Este momento que anhelé durante tanto tiempo, ¿Me está ocurriendo a mí? Aquí parada frente al altar, con mi familia y amigos, Dios por testigo de que quiero a este hombre unir mi destino…
-¡Sí, Acepto!
-Quítese los guantes
-¿Qué?
-¡Los guantes! (¡Noooo, los guantes nooooo!) No se puede poner el anillo con guantes.
-¡Ah! Sí ¡Perdón!
Ya pues. Me quité los susodichos guantes, nos pusimos los anillos y luego vinieron las arras, ambos pertenecían a mi mamá Gelo. Con el cuento de los guantes y el ramo y lo que sigue, en ese mismo rato se me perdió una de las monedas, la buscamos al final y no pudimos encontrarla (¿Será por eso que no me completa el gasto? Ándale sí, échale la culpa a las arras).
Pues tácheme de exagerada, pero cuando nos tomamos de la mano y el Padre dijo:-Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre jamás- sentí claramente un apretón por encima de nuestras manos. Él también lo sintió. Supimos que Dios estaba con nosotros en ese instante.
El coro cantó maravillosamente, cortesía de mi mejor amigo, quien decía que una misa sin cantos, no se sentía igual. Y tenía razón.
El padrino de lazo nunca llegó a la ceremonia, entonces la hermana de mi novio y mi hermano fueron los encargados de ponernoslo. Lo que no me aclaró mi cuñada (qepd) era que el precioso lazo de cuentas de cristal era prestado sólo por ese rato. Así, estuve sin lazo hasta el día que cumplimos 10 años de casados, en que mi otra cuñada (ahora la esposa de mi hermano) me apadrinó con un lazo nuevo. Éste sí era nuestro. 😀
A la hora de la Paz, quería ir por toda la iglesia a abrazar a cada persona presente, claro que no lo hice, abracé a mis mamis y a mi hermano, quienes tenían los ojos llorosos igual que yo.
Al finalizar, el Sacerdote nos dio la bendición y al momento de abrazarnos, sumamente emocionado nos dijo:-Están muy chicos mis hijos, Dios los acompañe en este camino.
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