En agosto se festejan las fiestas patronales de la Parroquia de San Juan de los Lagos, en Torreón. Hay juegos mecánicos, kermesse, lotería, procesiones, comuniones, étc. Es un evento muy esperado, por grandes y chicos, y por medianos también.
Como cada año, los jueguitos y la lona de la Coca, son los primeros en llegar. Los payasos en particular, son quienes abren y cierran temporada. Este año, arribaron muy temprano, varios días antes de iniciar la verbena. De igual modo, ya habían recogido todo, y los payasos ahí seguían, impávidos navidos, con su eterna sonrisa, en espera de chiquillos a pasear.
Lucen muy antiguos, calculo que de los años sesenta, sino es que de antes. Los pintan, repintan y vuelta a pintar. Con todo, no son bonitos, ni agradables, antes bien, tienen una estética… erh… distinta. En alguna ocasión mis hijos han subido a su regazo, siendo un recorrido que nunca pidieron repetir.
Con sus luces encendidas durante la noche y la música de fondo, los bufones aguardaban pacientes, pero los niños prefieren brincar en las camas elásticas o sentir la adrenalina del gusanito. Ahí estaban, fieles en su sitio, los payasitos.
Creo que no los vi girando ni una sola vez, aunque claro, no estoy toda la tarde vigilando. Las familias pasan de lado, sin siquiera voltear a ver. Transcurren los años, juegos van, juegos vienen, los payasos siempre vuelven. Y vuelven a esperar.
P.D. Yo me quería subir, edá? Pero no creo que soporten mi humanidad.
Azul Celeste 