Tendría yo unos nueve o diez años cuando mis papás nos llevaron por primera y única vez de vacaciones a Mazatlán. Ni MiHno, ni yo conocíamos el mar, así que íbamos con mucha ilusión. Viajamos a bordo de una vagoneta, sin celulares, ni pantallas, es más, ni el radio agarró señal. Cantábamos, jugábamos, nos aburríamos y así.
Había escuchado numerosas veces lo del «Espinazo del Diablo», así le decían a un mirador en plena Sierra Madre Occidental, que siente usted que se cae, que si el frío y la neblina, que espectacular la cosa. Y yo, siendo lo niña que era, todo el tiempo pensando que se nos iba a aparecer el chamuco arqueando la espalda, ¡Iba con un miedo! Ni siquiera pude asomarme bien, me sofocaba y me abrazaba desesperadamente a MiPapáA.
La carretera libre era una sucesión sin fin de curvas cerradas, de un lado la enorme roca, del otro los barrancoooooooos, donde no se alcanzaba a ver el inicio. El constante peligro del vehículo que viene por el frente, donde tenía que ir adivinando si venía o no, para hacerse a un lado, o que pase el primero que quepa ¡Oh Dios mío! Que nos vomitamos, MiHno por mareo y yo por conciencia gremial… ¡Yeow!
Durante el camino me la pasé boquiabierta, descubriendo la naturaleza en todo su esplendor, verdor en las montañas, los cerros tocando el cielo, las nubes abajo de nosotros, la neblina que repentinamente todo lo cubrió ¡Que espectacular!
Cuando al fin llegamos al Puerto de Mazatlán, lo primero que nos recibió fue un fuerte olor a pescado… como si todo el aire oliera a mercado… no me gustó, la verdad, no sabía que el aroma era tan penetrante. Las calles eran muy parecidas a las de Torreón, sin embargo, la gente lucía diferente, como despreocupada, como sonriente. Un poco más adelante, ante nosotros estaba el mar ¡El mar! ¡Oh, oh, oh! Inmenso… azul… ¡Qué sensación! ¡Increíble! Esas aguas que sólo había visto en las películas… el sonido de las olas… ¡Las gaviotas! ¡Qué blancas! ¡Cuantísimas!
Recuerdo bien, que MiHno y yo nos tomamos de la mano emocionadísimos, ¡Ya queríamos ir a pisar la arena y mojarnos con las olas! Lamentablemente comenzaba a anochecer, no hubo tiempo de hacerlo, MiPapáA inició la búsqueda de hotel y no supe muy bien como, pero fuimos a parar a una zona medio fea, no había más, los pocos hoteles cercanos estaban llenos, hacía mucho calor, teníamos hambre, estábamos cansados, olíamos a vómito (¡WACK!), ándele pues.
El cuarto diminuto tenía sólo dos camas individuales, en una se acostó MiMamáGelo sola, pues una operación en su pierna le impedía compartir el lecho. En la otra cama nos «dormimos» el resto de la familia: cuatro personas perfectamente atravesadas, cabezas y pies colgando fuera del colchón. 😦
Tenía una ventanita que daba a la calle, un mísero ventilador en el techo y tán tán. Se escuchaba perfectamente el ir y venir de los tráilers de carga, los borrachos de a pie y los de camioneta, la banda Sinaloense ¡A las tres de la madrugada! y los barcos cargueros llegando y saliendo de la bahía. Sobra decir que el único que logró dormir fue MiHno, que cayó como piedra en pozo.
Al día siguiente, tempranito fuimos a desayunar y mientras mis papás ordenaban en la palapa, nosotros aprovechamos y corrimos a la playa. Todo nos parecía increíble, nos parábamos en la orilla, la ola nos movía de lugar y terminábamos bien lejos de donde estábamos al principio. Risas locas. No sabíamos nadar, pero no nos daba miedo el mar. De rato nos subimos a una pulmonía, yo sentía que estaba soñando, todo era tan bonito, tan luminoso, tan diferente y tan nuevo.
Nos llevaron a un lugar con toboganes gigantes, que en esos años era la novedad, MiMamá me decía que ella se sentaba adelante en el deslizador y yo atrás de ella, mi lógica infantil me dijo que eso estaba mal, aferrada y terca como yo sola, fuí y me senté adelante, grave error. Al deslizarnos el alma se me salió del cuerpo, siempre he sido muy miedosa y casi que me iba a infartar, cuando creí que mi sufrimiento terminaba ¡SPLASH! caímos en la piscina; con la fuerza que llevaba dí varios giros, me hundí hasta el fondo, tragué agua por todos los orificios de mi cuerpecillo de reata anudada y cuando al fín pude sacar la cabeza del agua, no sé ni como, me aferré a una «barda» de madera (sigo sin entender porque la orilla de la alberca tenía madera y no plástico o fibra de vidrio) como araña fumigada.
Una señora me vió y trató de despegarme, no pudo, por más que lo intentó. Mis padres reían a carcajadas y yo avergonzada, histérica y asustada, me prometí no volver a subir a otro engendro del demonio como ese (años más tarde me tragaría mis palabras D: ) Todos la pasaron fenomenal, menos yo, el miedo y el coraje me duraron buena parte del viaje.
Por la noche, MiMamáGelo se la pasó untándonos remedios en la espalda y brazos a MiHno y a mí, pues estábamos de un rojo camarón bárbaro, no podíamos movernos sin aullar de dolor, ¡ah! pero en el día ¿Qué tal? No quisimos abandonar la playa en ningún momento. ¡Lo pasamos genial!
Para esto mi papáA ya había conseguido otro Hotel, con vista al mar y 3 camas, el pobre nomás se resignaba. Nos tocó ver desde el balcón sendos barcotes, enoooormes, como en las películas, pero de cerquitas. ¡Qué emoción!
De regreso a casa, la vagoneta se descompuso (como era su Santa costumbre), en medio de la Sierra. Los árboles altísimos, el frío calaba los huesos y lo único que se le ocurrió a MiMamáGelo fue decirnos que sacaramos la ropa sucia de las maletas para taparnos. Tuvimos que pasar la noche a mitad de carretera, helándonos con olor a… gente trabajadora.
Hasta la mañana siguiente llegó la ayuda y al fin regresamos a casa, quemados, adoloridos y con el corazón lleno de arena y mar.
Acudimos a conocer el Bosque del Centenario de la empresa Met-Mex Peñoles, con la ilusión de que fuese del gusto de mis chiquitines, pues en repetidas ocasiones habíamos pasado por fuera (camino al Museo de los Metales) y MiBeba preguntaba que cuándo la llevaba ahí, «cuando se pueda» le contestaba; ya que tenía yo la idea de que no estaba abierto al público.
De entrada el lugar se ve muy limpio, con buen mantenimiento, 30 000 árboles y cactáceas reza la lona de bienvenida -orita los contamos- pero sí tiene bastante variedad y en ciertos rincones cuenta inclusive con su respectivo letrero de identificación (así como en el Bosque Venustiano Carranza, por el área del Museo Regional de la Laguna).
Uno se siente transportado, el aire fresco, algunos pajarillos cantando, la risa de unos niños (que en realidad eran pocos) y el llanto de otros (como MiBeba que se cayó varias veces de la bicicleta), el leve cuchicheo de los mayores nos acompañaron esa mañana dominical.
Hay área de acondicionamiento físico, juegos infantiles, palapas e instalaciones industriales en desuso, ésta última nos llamó la atención a MiNene y a mí, nos subimos a tomar fotos, aunque no es un lugar seguro para los pequeños, es muy fácil caer por un gran hueco central y el espacio entre los barandales es demasiado amplio.
MiNene tomó esta foto
Ese día hubo renta de bicicletas, manualidades infantiles y las cada vez más comunes Food Truck’s. Y que bueno, porque traíamos un hambre bárbara, apetito, dije apetito –que yo no sé lo que es el hambre, dice mi conciencia-.
Otro gran acierto fue incluir un brincolín gigante, donde los niños disfrutaron saltando cual ranas enloquecidas. Además un trenecito daba recorridos dentro del bosque para después llevarte al Museo de los Metales (y de regreso).
Casi al último hubo show de botargas para delicia y disfrute de los asistentes, algunas bromas me parecieron pesadas, pero el resto del público estaba botado de la risa. Menos MiBeba, que a ratos reía y a ratos se quería ir.
El ambiente era muy agradable, personalmente prefiero los lugares con poca afluencia de visitantes y éste fue uno de ellos. En algunos rincones la decoración me remitía a la Ex_Hacienda Proaño en Fresnillo, en otros levemente (guardadas las proporciones) al Parque de la Fundidora en Monterrey; pero definitivamente es una experiencia que le hará pasar un día diferente.
Varios años atrás (ni modo que adelante) la puerta de cristal de la Biblioteca José R. Mijares exhibía un volante:
¡Viaje al Cañón de Jimulco! Visitaremos el Ejido Juan Eugenio para comer gorditas, herbolaria, paseo al Cañón…
¡Vamos! dije, $100.00 por persona… erh… no, ni tenía tantas ganas… 😦 La verdad no era tan caro, pero en ese momento nuestra situación económica no estaba para paseos. Ahí conservé guardadito el volante… algún día haremos ese recorrido. Pasaron los días, los meses y los años…
En los períodos vacacionales la Dirección de Turismo Municipal de Torreón ofrece paseos a la Flor de Jimulco de manera gratuita, sólo se cobra una cuota de recuperación para la comida que se ofrece en Barreal de Guadalupe, en abril de este año eran $70.00 por persona, en tanto en julio fueron $80.00. Hay que anotarse en las oficinas del antiguo Banco de México, ubicado en la Morelos frente a la Plaza de Armas, con varios días de anticipación. ¡Juímonos!
Durante…
Hay que llegar temprano a la Plaza de Armas, el autobús parte a las 8:00 a.m., aunque en esta ocasión se les hizo un poco tarde, -lo cual agradecí profundamente; pues me dió oportunidad de comprar chuchulucos y agua-. Recomiendan llevar sombrero, gafas de sol, bloqueador, calzado cómodo y suficiente agua (por supuesto, dinero en efectivo para los antojos).
En el trayecto el guía nos va explicando datos históricos y curiosos sobre Torreón y sus alrededores; el camión tomó la ruta por el sector Alianza, pasando por la Iglesia de San Juanito y agarrando la carretera 40 a Picardías, tomamos parte del Estado de Durango y volvemos al Estado de Coahuila (sí, esos límites estatales tan caprichosos).
Juan Eugenio
Llegamos a este tranquilo poblado a degustar gorditas, tamales y dulces, todo muy rico, muchas personas se van sin almorzar y aquí es donde tranquilizan la tripa. Me llamaron mucho la atención estos ladrillos decorados, abundan en las fachadas; también la combinación de colores en las casas. Como ya íbamos desayunados sólo adquirimos dulces de leche y hartos bolis. Si se ofrece ir al sanitario aquí le prestan en algunas casas. Tome nota.
Jalisco: Puente Canal
Este es uno de los parajes que más he visto fotografiado, se trata de un puente hecho a base de cal, piedra, baba de nopal y agua ¡Con más de cien años en pie! Imponente.
Contiene una parte para peatones por debajo del tránsito vehicular, Doña Anselma se encarga de mantener limpio el lugar, además de servir como guía. Nos invitó a las fiestas del Señor de Mapimí, con sus carretas que viajan durante cinco días para encontrarse con el afecto de su devoción. Nos platica que aquí la gente es muy unida, todos se conocen, todos se ayudan. 🙂
Mis hijos impresionados con el río de «chocolate» que corría debajo de nosotros, poca agua, mucha corriente. Ya se querían meter a nadar, más éste no era el lugar para ello.
Casa Herbolaria
Cuentan con plantas medicinales que utilizan en la elaboración de productos (cremas, shampoo, pomadas), se pueden adquirir ahí mismo o bien en el local ubicado en la esquina de Blanco y Allende (Altos), precios módicos… ¡Llévele, llévele!
Ex-Hacienda de Jimulco
A mitad de camino visitamos la Ex-Hacienda de Amador Cárdenas, quien era muy amigo de Porfirio Díaz, cuentan que el mismo Díaz le regaló estas tierras. ¿Y eso qué? Nada, que dicen que el Ferrocarril se detuvo justo fuera de la Hacienda para que el entonces Presidente Mexicano pudiera felicitar a Don Amador en su cumpleaños. Lamentablemente la finca está invadida, sólo nos conformamos con verla por fuera, apreciando remotamente lo que en su día fue de gran esplendor.
Cañón de Jimulco
Cuando llegamos al Cañón todos estábamos boquiabiertos ¡La inmensidad de las rocas! ¡Los tonos del verde, rojo, azul! ¡El cielo limpio! ¡El AIRE… entrando en sus pulmones! ¡Oiga! ¡Qué cosa maravillosa! Yo me fuí resbalosamente hasta el río, para poder tocar su agua clara, chocolatosa, pero clara a la vez 😛
Silencio. Sol. Agua.Tierra. Viento. Silencio.
De nuevo mis chiquillos querían ya bañarse a como diera lugar, tuvimos que «arrancar» a MiNene para poder continuar.
Barreal de Guadalupe
Aquí se rentan cabañas rústicas para pasar la noche; en el comedor nos ofrecieron asado, arroz, frijoles, agua -bendita- de piña y de limón. ¡Yummi Yum! (A las señoras que tan amablemente nos prepararon la comida se les reparte el dinero recolectado).
Luego de reposar la comidichi y de asomarnos a todas las cabañas, caminamos unos 300 mts cuesta abajo (me acordé cuando vivía en el rancho… la tierra suelta… el goldo-goldo de los guajolotes… los insectos increíbles…) hacia el río.
A la sombra de este árbol, con más de 500 años de edad, nos sentamos a contemplar la naturaleza. Finalmente los niños pudieron darse un gran chapuzón. El agua apenas les cubría arriba de los tobillos, no menguando por ello la diversión.
Después de…
Tanto a la ida como de vuelta nos topamos con el Ferrocarril, para gusto y admiración de los pequeños. El regreso a Torreón nos sorprendió con los pies cansados y el alma llena. Volveremos si Dios lo permite.
P.D. En la Alianza hay rutas de camiones suburbanos que le llevan a Jimulco, por si ocupa.
Actualización: Terminal Flor de Jimulco, Av. Hidalgo 1888 Pte. Col. Centro. Aquí el mapa.
Por regla general me gusta contar las cosas en orden cronológico, siendo esta costumbre motivo para alargar mis posts y revivir mis traumas-alegrías de la infancia-adolescencia-sinhijosencia. Por esta ocasión y sin que el motivo siente precedente (decía a cada momento mi amigo Pedro del NIIT) me brincaré olímpicamente una serie de posts vacacionales seguidos de otra serie de posts escapatorios, para platicarle muy emocionadamente y antes de que se me pase la impresión, un pequeño viaje que hicimos al puerto de Mazatlán, una de las diez perlas del Pacífico (y las que se sumen).
¿Por dónde empezar? Ehhhhmmmm… ¡Ah! Sí mire usted, se acercaba el primer puente del año y le pregunto a MiEspo si no quería aprovecharlo y me contesta que claro que desde luego que yes. Casi al unísono decidimos el destino: Mazatlán. ¿Porqué? Porque nuestros hijos no conocían el mar (Bueno, Mija lo conoció de bebé, así que no cuenta), no era temporada alta, eran justo tres días los que queríamos pasar en una playa y coincidió con el día de pago.
Día 0: Viernes
No me lo crea, pero en menos de 24 horas conseguimos los boletos del autobús con descuento en una agencia de viajes, reservamos en dos hoteles a un tercio del costo de temporada alta y tres horas antes de salir hicimos que las niñas preparan equipaje sin decirles a donde las llevábamos.
No todo era miel sobre hojuelas, había un pequeño detallito: Nos entregaron los boletos de ida y vuelta para nosotros y sólo el de ida para mis hijas. ¿Y el de regreso apá? No, que el sistema, que esto, que lo otro, que al día siguiente nos enviaban código por mensaje al celular y con eso… ¿En serio? ¿Y si no? En fín… con cierto recelo y encomendándonos mucho a Dios, nos lanzamos a la aventura.
Día 1: Sábado
Alistamos nuestras pertenencias de madrugada (somos cinco y aún nos cabe todo en dos maletas), desayunamos y guardamos los chuchulucos (sandwiches que preparó MiBeba, galletas, fruta, agua, jugos, yogurth) para el camino en una mochila -que también usamos como pañalera- y juímonos.
Por fortuna nos tocó viajar de día, pudimos apreciar como se transforma la vegetación, empezando en Coahuila con semidesierto, abundantes nopaleras dan paso a la verde exuberancia de la sierra en Durango, con una caída de agua escondida entre los cerros, para finalmente deleitarnos con las palmeras en Sinaloa. ¡Sí! ¡Qué vistas tan espectaculares! Antes llegabas hasta mareado con tanta curva, además de ser una carretera sumamente peligrosa por lo angosto y por que era de doble sentido. Ahora, la autopista atraviesa las entrañas de la serranía con innumerables túneles, perfectamente iluminados, avisos -para mí- extraordinarios, como uno donde prevenían al conductor del paso de los pavorreales ¡Worales!
La que no disfrutó mucho que digamos fue MiBeba quien devolvió el estómago y llegó bien mareada. Terca como ella sola no quiso tomar la pastillita del mareo, vea pues que su madre no mentía -tristemente-.
Según la salida era a las 8:00 a.m. para llegar a las 2:00 p.m.; pero como bien sabemos, desde que modernizaron las autopistas, se hacen de 1 a 2 horas más de viaje, llegando a las buenas de las 4:00 p.m. a la central de autobuses ¿vieja? del puerto.
Nos instalamos en un hotel, pequeño y modesto, pues nosotros procurábamos tres cosas al buscar hotel: que tenga agua caliente, que esté limpio y que sea buen lugar para dormir. Agregamos un cuarto punto: que sea familiar, porque llevamos criaturas y nos ha tocado ver/oír/oler cada barbaridad…
A tan sólo tres cuadras del hotel está el malecón, con sus 17 kilómetros de playa, listo para ser recorrido por nuestros piecitos… ¡El mar! ¡Oh, la vista! ¡Cuánta agua, cuánto azul, cuánta inmensidad! MiEspo y yo queríamos caminar por la arena hacia la Zona Dorada… los niños no nos dejaron avanzar, pidieron meterse de inmediato al agua… ¡Claro! Si es por ustedes que estamos aquí.
No podría describirle con palabras sus caritas emocionadas, casi escuchaba el latir de sus corazones, risas, que se convirtieron en carcajadas, miradas, manos que apretaban la arena, pies que salían volando, Mija girando como trompo, MiBeba corría hacia el mar y se regresaba, MiNene fascinado enterrando los pies de MiEspo… y yo a punto de soltar el llanto… No es que no lo conociera, una vez fuí de niña y luego le platico; tiempo después, ya casada, conocí varias playas, pero no había vuelto a Mazatlán desde hace más de 30 años… ¿Sabe usted que ví?
En el cielo, el rostro de miPapáA (abue) sonriente, viendo como mis hijos se divertían en la misma playa donde MiHno y yo jugamos por primera vez en el mar… Sencillamente ¡No podía creerlo! Pensaba que estaba soñando, que en cualquier momento me despertaría en mi cama diciendo ¡Lo sabía, estaba soñando! Era un deseo que contemplaba tan lejano… y Dios nos brindó la oportunidad de llevar a nuestros chiquillos ahí, donde ♫el mar y el cielo se ven igual de azules, y en la distancia parece que se unen♪
Ahí estuvimos, por corto tiempo, olvidaba que en la costa anochece más temprano, la diferencia de horario es de menos una hora, lo cual me trajo todo el tiempo destanteada, desubicada y despistada. Mire, «desde nantes», cuando sólo eramos MiEspo y yo, solíamos viajar con cierta frecuencia. Yo organizaba TODO, hotel, camión-vuelo-auto, consultaba costos de caseta, gasto de gasolina, conseguía mapas y le dirigía cual guía de turista, armaba recorridos y toda la onda, llegábamos al lugar y ya sabía por donde irnos… antes, eso era antes… no señor, ahora no supe ni donde estaba, ¿Dónde diantres queda el Norte? ¿Vamos o venimos? ¿Dónde está Turismooooo? ¡Par favaaaaar! ¡Buaaaah! ¡Snif, moco, moco!
Total, regresamos al hotel a darnos una ducha, quitarnos el exceso de arena (cosa imposible realmente, tres días después de regresar todavía había arena en la lavadora 😦 ), ¡A caminarrrr se ha dicho!
La vista nocturna del puerto es insuperable, se siente un ambiente de alegría, gente yendo y viniendo, nos topamos con estos gigantes de papel maché, seres fantásticos salidos de algún cuento de hadas, creímos que estaban permanentemente, luego nos enteramos que eran previos al Carnaval, pues faltaban pocos días para la máxima celebración. *Siempre nos ocurre, llegar unos días antes o un par de días después de alguna gran fiesta en la ciudad-pueblo-rancho al que visitemos D: ahí será luego
Dimos un paseo en la tradicional pulmonía (carrito de golf que se usa para turistear o como taxi), cuyo chofer muy amablemente nos recomendó unos tacos callejeros para cenar, que estaban simplemente ¡deliciosos! Aquí nos acordamos de las diferencias gastronómicas entre nuestra ciudad y los lugares que visitamos, por ejemplo: pedimos 1.Vampiros, 2.Quesadilla y 3.Chorreada;
En la Laguna nos sirven:
Tortilla de maíz con filete de res entero.
Tortilla de maíz con queso derretido.
??? no sabíamos lo que era.
En Mazatlán nos sirvieron:
Tortilla de maíz rellena de carne asada en cuadritos, frijoles, verdura, más frijoles, tantito queso rallado.
Tortilla de maíz rellena de carne asada en cuadritos, frijoles, verdura, mucho queso derretido, más repollo.
Tortilla de maíz rellena de carne asada en cuadritos, frijoles, verdura, queso rallado, caldillo.
Pedimos horchata y cebada, en un restaurante sabían exactamente igual; en el puesto de tacos la horchata sabía a la de arroz (que consumimos habitualmente) y la cebada tenía sabor a chocolate con agua… ¡Estaba rica! Cuestión de costumbres, ya sé… y de gustos también.
Día 2: Domingo
El Domingo es el día del Señor, le dije a MiEspo que teníamos que ir a Misa a darle gracias por haber llegado con bien, dijo que sí, pero no dijo cuando. La otra custión es que, los domingos hay que visitar los museos, especialmente los del INAH o INBA, ya que la entrada es gratuita (oiga que somos 5 y no hacen descuentos a familias), y los lunes cierran (por si pensaba dejar la visita cultural pa’ después). Esto lo tengo muy presente, lo aprendí luego de perderme varios museos que no he podido conocer 😦
Sale, vamos al tradicional Acuario, al que llegamos caminando. No está muy grande, tampoco es muy pequeño, está en buenas condiciones en general, la entrada me pareció un poco cara, imagino que es por el mantenimiento que necesita un lugar así. Pagamos $100 los adultos y $70 los niños, Mija con sus 13 añotes fue considerada adulto, a MiNene no le cobraron la entrada.
Nomás de entrada te recibe la gran pecera central, donde nadan felices y contentos unos tamaños filetotes empanizados, con su salsita, su verduri… ¡Cof, cof! digo… no, sí, están muy grandes los peces… ehmmm aquí es donde te ofrecen el espectáculo de nadar con tiburones (si eres lo suficientemente valiente cuesta $400), nosotros nos acobardamo$$$ porque también teníamos que comer, Mija se quería meter y con las ganas se quedó la inocente criatura.
Además el acuario cuenta con el Museo del Mar, donde exhiben el grandioso esqueleto de una ballena, conchas y otras curiosidades; tiene dos aviarios, un minizoológico, presentan show de Lobos marinos, pericos, aves de caza, nado con rayas, nado con bolitas, étc. MiEspo cansado de cargar a MiNene rentó un carrito, se paseó muy a gusto el chiquitín -por si lleva niños pequeños y olvida la carriola-
Ya sabe usted que somos rete-entretenidos, en una guía de México Desconocido el muchacho fue a desayunar, al Acuario y al Museo de Arte en un lapso de tres horas, nosotros entramos a las 9:30 a.m. y salimos a la 1:00 p.m. ¡Toing! y carrereando a los chiquillos ¿Eh? Partimos en otra pulmonía, hacia el Centro histórico, mejor conocido como Mazatlán viejo.
Caminamos por sus calles que suben y bajan, contemplamos sus casas antiguas multicoloridas, con techos de teja y adornos neoclásicos (no sé mucho de arquitectura, eso dicen las guías), vestigios de otros tiempos, donde se vislumbra que hubo abundancia, mucho comercio e intercambio de cultura, se nota aún la influencia europea. Preguntamos a unos parroquianos por un restaurante familiar, porque había puro antro y bar, ellos tan cordiales nos recomendaron uno localizado a espaldas de la Catedral.
La Catedral de la Purísima Concepción, preciosa joya arquitectónica, inició su construcción en el año 1856, combina el barroco, neogótico y neoclásico, dando un resultado eclético, y aunque usted no lo crea, armonioso. Estaba cerrada y teníamos mucha hambre, por lo que decidimos entrar a comer al lugar indicado, después iríamos a Misa (ingenua yo).
Entramos a D’ Rochín, restaurante con decoración campestre y platillos riquísimos, a un precio sumamente accesible. Por si fuera poco, nos entregaron una tarjeta para regalarnos una comida en la próxima visita ¿Quiobo? El dueño, originario de Guadalajara, nos aconsejó dar un paseo en la Plaza de la República, justo frente a Catedral, donde venden bolsitas a $10 con alimento para las palomas, que los niños alegremente repartieron por doquier. También nos indicó como llegar a la Plaza Machado, punto de encuentro cultural, donde pudimos apreciar el Teatro Ángela Peralta, con exhibiciones de pinturas y fotografías alusivas a la cantante.
Cerca se localiza el Museo Arqueológico de Mazatlán, el que pudimos visitar gracias a la gentileza del guardia del mismo.**Ya habían cerrado, pero el hombre muy gentilmente abrió las puertas al saber que veníamos de La Laguna ¿Cómo se van a ir sin haber visitado el museo? 😀 Piezas prehispánicas, una olla mortuoria y breves explicaciones conforman la exhibición de este sencillo edificio. De aquí caminamos unas pocas cuadras al malecón, donde rentamos sendos triciclos para las chiquillas (A peso, a peso, a peso, el minuto, tome nota) mientras perseguíamos a MiNene. Se nos hizo noche y ya no alcanzamos la Misa… lo sospeché desde un principio. 😦
Día 3: Lunes
A pesar de la insistencia de diversos vendedores de tiempo compartido promotores turísticos no compramos ningún paseo a la Isla de La Piedra; que de $600 se los dejaban en tan sólo $400 por persona (Haga cuentas) ¡Llame, llame, llame! No señor, ya tuvimos una pésima experiencia con estos «desayunos gratuitos en grand hotel» -Ya le platicaré- así que ésta vez no caímos, tomamos la lanchita de ruta y pagamos $120, ya por todos ida y vuelta. Ora, si a usted le gusta ir en el chupe, escuchando música, departiendo alegremente con desconocidos y navegar en un barco «más acá» ton’s sí lléguele con confianza amigo, amigo.
«Bienvenido a la Isla de la Piedra» se lee en el muellecito, nos ayudan a bajar, no sin antes quitarnos los chalecos salvavidas -por si se le poncha una llanta a la embarcación, no vaya a ser- y se apronta un lugareño a darnos un «tour» en su camioneta por toda la isla, o bien llevarnos directamente a la playa. Optamos por lo segundo, nos montamos a la camioneta y por $50 nos da la vuelta de la gallinita ciega y nos deja en uno de los muchos restaurantitos frente a la costa. Que le hablemos cuando queramos regresar. Ándele pues.
He aquí otra ventaja de viajar por su lado, en los «paquetes» le dan un máximo de 3 horas para que se bañe, ande en moto, caballo, snorkel o banana, coma, beba y vámonos. He dejado claro que nos tomamos nuestro tiempo, estuvimos poco más de 4 horas en la isla y nos pareció insuficiente, nos tuvimos que retirar porque debíamos estar a tiempo en la central de autobuses para poder partir a casa. Las niñas de plano, dijeron que se querían quedar ahí, pues el oleaje es muy suave, puedes andar muy adentro y el agua no te tapa por completo, hay dos hotelitos nuevos, es decir, está todavía muy silvestre el asunto. Eso sí, los vendedores no te dejan ni a sol ni a sol, a menos de que andes alláaaaaa en la inmensidad del océano. Nos ofrecieron desde collares, pulseras, trencitas, llaveros… hasta pomada medicinal con Marihuana… ¡tssssssooooooo! ¡¡¡Chidooooooo!!!
Andaba camine y camine, cuando llegué a la parte «rocosa» quise poner un pie en la superficie, me encontré con unos bichitos, como entre cangrejitos y grillos, no supe muy bien, de a mad…ntónes, por aquí y por allá, ¡las cucarachas del mar! ¡ARGH! No, no, que me devuelvo por donde venía…
¡Oiga! El pescado sarandeado ¡Sabroso a morir! La Mija fue feliz con el coctel de camarón y MiBeba, que es de muy mal comer, tuvo la suerte de toparse con un jovenazo que vendía pay de queso ¡Todos felices y contentos!
MiEspo y Mija se subieron a una banana, anduvieron como niños en jaripeo, paseados y asoleados, ya no hubo oportunidad de otra actividad, ora por lo caro, ora porque eran «de otro comedor», es decir, no eran actividades abiertas, sino que cada lugarcito tenía su atractivo, que allá el kayak y más allá la moto ($400 la hora).
Total, retornamos a Mazatlán, habíamos pagado media habitación para tener oportunidad de ducharnos antes de partir y que cancelan todas las salidas por la nevada en la Autopista Mazatlán-Durango ¡Chiiiiiicles! Ni modo, como dijo Cobos, tendríamos que quedarnos un día más, ¡Qué sacrificio!
Día 4: Martes
Éste era un día soleado, en contraste con los nublados y lluviosos que nos habían tocado. Un día que no estaba agendado ni planeado, por lo que, en último momento, decidimos ir al faro, considerado uno de los más altos del mundo. Tuvimos que abordar otra neumonía, digo, pulmonía que nos acercase a la base del cerro, tuve a bien comprar aguas y jugos en un puestecito (también venden arriba, me vine enterando). Subimos los 336 escalones -según las cuentas de MiBeba- hicimos poco más de 30 minutos -con escalas-, llegamos tirando el bofe y sin aliento, no obstante, la espectacular vista lo compensa todo.
Uno se siente tan minúsculo, tan granito de arena ante tanta vastedad… ¡Qué maravillas hace el Creador! Mija comentaba que no sabía ni para donde voltear, MiBeba extasiada preguntaba si ese era el mar abierto y MiNene sólo repetía: ¡Mía: E ma’!
Bajamos del Faro y nos subimos a un camión urbano, nos llevó hasta el mercado y nos encaminamos de nuevo al R’ochid, a hacer válido el cupón de la comida gratis ;). Le digo a mis hijas que para conocer un lugar hay que caminarlo, para sentirte parte de él tienes que viajar como los lugareños. Desde camiones, lanchas, triciclos, metro y camionetas, hacer lo que hace la gente, ver los sitios que no salen en el folleto de ¡Visítenos!
Una linda ancianita -Doña Herlinda- nos interceptó al salir de comer, con sus ojos nublados, sus canas de plata, vendía pulseras hechas a mano, nos regaló abundantes bendiciones y una sonrisa sincera. Gracias a que la Doña nos entretuvo, logramos entrar a la Catedral, apreciar su belleza interior y darle gracias a Dios por tanta bendición.
Nos faltó conocer el Bosque, pasear en el Quelite y presenciar la batalla naval (¡El Carnavaaaaal!). Si Dios lo permite, un día de estos lo hacemos. ¡Ah! Casi lo olvido: La gente es tan cortés que hasta incomoda (jijiji!), todos fueron ¡súper amables!, no, no, ¡otra onda!
P.D. Dice MiBeba: -¿Me trajiste aquí porque te dije que quería recoger conchas y caracoles? -Sí mi amor. -¡Gracias mami! ¿Sabes que quiero ahora? ¡Hacer un muñeco de nieve! -¡Tómala! *Ella empieza a hacer su cochinito 😉
Un antifaz o máscara, una capa, un poder y una guarida, elementos que forman parte de un súper héroe… uno muy especial.
Durante cinco fines de semana, trece súper heróes diferentes estuvieron luchando, codo a codo, máscara contra cabellera, para vencer a la ignorancia: Los luchadores del arte. Ayudados en todo momento por los niños, padres y maestros, los luchadores crearon gran ambiente, dándonos los recorridos guiados para obtener el conocimiento, conocimiento, la herramienta más poderosa del universo.
Foto tomada de Internet
A ritmo de maratón nos recorrimos los trece recintos culturales participantes en este espectacular programa, en dónde al terminar la visita te sellaban tu pasaporte -con tu foto y datos personales- y con el cual, en la ceremonia de clausura, te hacías acreedor a un reconocimiento y podías participar en la rifa de regalos.
Casa del Cerro: Firma de Federico Wulff en las vigas
Todos los luchadores se portaron de lujo con los chiquillos, respondiéndoles dudas, haciendo bromas y relatándonos datos que la mayoría de nosotros ignoraba. Mientras tanto, los chicos de servicio social de la Luzac guardaban el orden y nos daban indicaciones para la seguridad y disfrute de los niños (no tomar fotos grupales, los papás atrás, los chicos adelante…).
Teatro Isauro Martínez: Figura de cemento pintado ¡Toda mi vida creyendo que era madera!
Oiga, que ya conocíamos los museos y los teatros ¿y qué más dá? Éste era un evento que no podíamos dejar pasar, además en cada visita conocemos cosas nuevas a la vez que recordamos otras ya aprendidas.
Mija nos acompañó en la primer pelea, pero su adolescentitis le impidió avanzar en las subsecuentes batallas. MiBeba, cual campeona, siguió al pie del cañón, en ocasiones le hacía segunda miNene, quien no pudo estar en dos rounds.
Foto tomada de internet
No es por criticar, más me veo en la necesidad de acotar un tache para los organizadores en el Museo de la Moneda, como le comentaba, el mayor atractivo es entrar a la antigua bóveda y resulta ¡qué no nos dejaron pasar! que porque era fin de semana y les toca hacer inventario ¡Ámonosssss! ¿Entonces cuando? ¿Si no es ahora será mañana? Si las visitas eran en fin de semana señoresssss… «puede usted venir entre semana» yaaaa séeeee, pero entre semana ¡no va a estar el luchador, señodita! ¡Ay, que me dá, que me dá!
Ahí está la bóveda ¿Si la ven? ¡Ah bueno!
Otro tache para el Museo del Algodón, es que ¡no se vale! mire, no le permitieron a MiBeba pasar a la alberca de pelotas, ésta vez no estaban fumigando, no, sino que según esto, sólo le permiten el acceso a los niños preescolares, porque los grandes hicieron muchos destrozos. ¡ajá! Bueno, pues miBeba tiene 6 años, obvio no es preescolar, era la única visitante en ese momento (¡oh sí, recorrido guíado VIP, sólo para sus -y mis- ojos). PERO, al entrar hay una cámara de vigilancia hacia esa área (alberca de pelotas) en donde vimos a dos pequeñas jugar alegremente, cuando la encargada y el luchador nos habían dicho que no estaba abierto al público.
-Además, hay clase de teatro, no puede pasar a las pelotas. -¿Clase de teatro? ¿Dónde? -En el anexo, no puede pasar. -Pero, hay una pared de por medio… ¿Una sola niña hará tal escándalo que no permita escuchar la clase de teatro? O.o -Sí, así es, no puede pasar. -¿Y las niñas que estaban jugando? -¡Ah, son del teatro seguramente!
[Inserte cara de fuchi aquí]
Y ándele, que a la salida, cuando MiBeba terminó su tallercito, las nenas que estaban jugando resultaron ser hijas de una empleada del museo. O sea…
Museo del Ferrocarril ¿Qué aquí se aparecen? O.o
El tercer y último tache es para la logística del Teatro Isauro Martínez, ya que empalmaron los horarios de los recorridos con los de la ópera… por lo tanto en la parte que correspondía a ver y apreciar los detalles asombrosos del plafón y murales ¡nos la saltamos! ¿Cómo nos explicaban con el teatro lleno? Pero, pero, pero ¡Nomás a eso vineeeee! Yo quería con ansías locas desglosar las pinturas, esculturas y criaturas que adornan mi querido teatro, ese donde ganamos el segundo lugar en el estatal de jazz… Nanais…
Cacto, Casa del artista: Esculturas hechas en hueso de aguacate
Ahora el turno de las ¿palomitas?
✓ Felicidades a quienes tuvieron la genial idea del Pasaporte y los luchadores del arte, gran combinación
✓ Capacitaron muy bien a los luchadores, el trato y los datos fueron excepcionales
✓ Mis respetos a los del diseño de vestuario, me gustaron especialmente el de «Lencho el Pizcador», «Irritilo» y «La Bestia Negra»
✓ Bien por uniformar a los prestadores del Servicio Social, fácilmente identificables con sus playeras verdecitas
✓ Cada viaje era mejor que el anterior, se fueron superando conforme avanzó el proyecto
✓ Gracias al Museo de los Metales, que siempre pone a disposición su autobús
✓ Gratis y divertido ¿Qué más se puede desear?
✓ Padrísima la clausura, divertida y didáctica, MiEspo pudo disfrutar de ella, yo me quedé en casa
✓ MiBeba se ganó un dominó de Tinker Bell en la rifa 😀
✓ Un agradecimiento especial al personal del Museo de la Revolución, por tomar en cuenta a MiNene, también le tocó reconocimiento 😉
✓ Algunos de los luchadores autografiaron los reconocimientos de mis chiquitos 🙂
✓ Gracias a Lencho el Pizcador, por su especial atención y buen trato, intentó persuadir a la señora del Museo del Algodón a que permitiera jugar a MiBeba en la alberca de las pelotas. Nos dió el recorrido VIP -sólo a nosotras dos-
✓ Gracias a La Musa del Ring, por hacernos reír con sus juegos y ocurrencias
✓ Gracias a Tulitas, por su inocencia y ternura, por lo bien que trató a mis hijos
✓ Gracias al Enmascarado de Espinas, por la paciencia mostrada y todos los datos interesantes que nos contó
✓ Gracias al Guerrero del Arte, por su disposición a jugar con los pequeños
✓ Gracias a la Bestia Negra, por su liderazgo con los chiquitines
✓ Gracias al Abuelo del Arte, quien tiene un excelente manejo de los elementos
✓ Gracias al Argentum, por su sencillez y don de gentes
✓ Gracias a Hoyo Negro, siempre dispuesto a contestar
✓ Gracias al Centenario, por esforzarse en hacer amena la visita
✓ Gracias a Ritilito, que nos arrancó sonoras carcajadas
✓ Gracias al Centauro, por su gran entusiasmo
✓ Gracias a Luz Negra, por hacernos llorar de la risa
✓ Gracias al INBA Torreón por permitirnos seguir luchando por el arte
Me lancé al Arocena, con mis tres criaturas, a hacer el recorrido peatonal del Art Déco. Llegamos como siempre, barridos. En esta ocasión el paseo tuvo costo, ya que incluía la entrada al Museo. Bajo la batuta de Carlos Castañón recorrimos algunos edificios del Centro Histórico que conservan (o alguna vez tuvieron) rasgos característicos de éste estilo arquitectónico.
Hotel Galidzia, de estilo eclético, mayoritariamente Art Déco, una joya que se oxida con el tiempo 😦
Imaginé que alguno de mis tres se aburriría, pero no fue así. Todos estaban admirando «la verticalidad de las líneas», inclusive MiNene, fascinado con los colores, las formas y los lugares. Por ahí mis dos chiquillas se adelantaron e iban pegadas con Carlos para escuchar mejor las explicaciones. Además que hace el trayecto muy ameno, tiene la disposición para contestarnos dudas y compartir anécdotas. ¡Bien!
Patio interior del Hotel Galicia ¡una preciosura!
Coincidimos con un turista extranjero, hablaba inglés y le acompañaba una guía bilingüe del Arocena. Les dije a mis hijas que se fijaran en la pronunciación de ambos, a ver que lograban entender, y ellas muy obedientes (¡cof, cof, cajum!) iban a la expectativa de todo cuanto le traducían al joven. 😉
Banco Rural, tesoro arquitectónico… ¿Qué se aparecen fantasmas danzando? Dicen…
Descubrir los detalles, a veces pequeñísimos, en ocasiones demasiado obvios, que por el mismo ritmo acelerado de nuestras vidas, dejamos de apreciar: Un vitral, el final de una escalera, la elegancia de un letrero, ecos del ayer, de gente pudiente y gusto estilizado.
Mercado Juárez, por la Avenida Juárez, en Ciudad Jua… no… en Torreón, -sobreviviente del incendio-.
Cual si caminásemos en las calles de Cuba, Nueva York o Las Vegas, fue un contínuo sorprendernos ante los relatos, los pisos de granito, los rincones infinitos de este Torreón, al que muchas veces se le hace «el feo».
Terriblemente afectado por la publicidad, se esconde un edificio de singular distinción
Lo que más impacto a mis hijas fue la demolición del otrora Cine Princesa, hoy un vil estacionamiento, ¿Porqué nadie hizo nada, mamá? ¿Porqué no lo defendieron? ¿Cómo era? ¿Tú lo viste? Psí… 😦 Ellas, como arqueólogas urbanas, descubriendo vestigios de belleza entre los escombros.
Foto tomada del blog: civitaslaguna.blogspot.com
¡Cuántas historias podrían contarnos estos edificios! ¡Cuántas vidas habrán visto pasar! ¡Qué lástima que muchos de ellos se pierdan por ignorancia o apatía! He aquí una misión que nos encomendó Carlos: Ahora ustedes tienen la responsabilidad de dar a conocer este patrimonio y defenderlo. ¡Chiiiiiiicles!
P.D. Si usted quiere hacer este trayecto no pierda la oportunidad el próximo sábado 25 de octubre, informes en el Arocena 😀
Como cada año, aprovechamos los paseos para ir a los museos que nos quedan algo retirados, o bien, que están en zonas de alto riesgo (no puedo decirles de otro modo a causa de las balaceras, asaltos, étc). Ya los conocemos todos (excepto el de Paleontología), así que vamos, les damos su re-visitada, vemos como han crecido y nos sorprendemos con alguna que otra novedad.
Este año invitaron a visitar 3 museos, recolectar sus respectivos sellos y canjearlos por un regalito en conocido centro comercial.
Objetivo: Visitar 3 museos o más en 2 días o menos.*Si nos esperamos al 3° día ya no encontramos regalo.
Método: Oreja parada, piernas prestas a la correteada y aferrarse al camión como si se nos fuese la vida en ello.
Equipo: MiMamáO, Mija, MiBeba, MiNene y yo, armados con: Una pañalera, un meitai, una cámara fotográfica y 3 celulares.
Día 1: A patín
Museo de la Moneda
El atractivo de éste pequeño museo es que está montado en la antigua bóveda de lo que era un banco que data de mediados del siglo pasado. Uno se siente como en una película de aventuras y no puede sino imaginar ¿Qué sería quedar atrapado entre bolsas de dinero?, o que de un momento a otro, entrará una banda con pañuelos amarrados a asaltar…
¿Hay alguien afuera? Se me cerró la puerta y olvidé la combinación ¿Hola?
La colección de piezas de diferentes períodos, abarca desde las primeras acuñaciones en la Nueva España (1536) hasta la época moderna. A mis hijas les llama la atención, aunque siempre les causa cierto temor, será porque se encuentra en el sótano del edificio, o por el tamaño impresionante de la bóveda, el caso es que MiBeba se abrazaba fuertemente a mi pierna derecha.
Faltan el Banco de Mickey Mouse y el Turista Mundial
Normalmente se visita en un tiempo breve, pocas personas se detienen a leer las especificaciones o las notas curiosas acerca de los billetes, como aquellos que se expidieron por estado, era un relajo, porque los de Chihuahua no valían en Durango, los de Zacatecas no los aceptaban en Coahuila y párele de contar.
¿Serán parientes? El perfil de la moneda y el de MiMamáO
Por ahí nos enteramos -entre otras cosas- que a las monedas les tallaban las orillas para «robarles» el metal, por lo que al momento de pagar, los comerciantes usaban sus balanzas «vamos a ver el peso»; de ahí el nombre de nuestra moneda. Sello # 1: Conseguido √
Dirección:
Edificio Municipal Centro Histórico,
Av. Morelos 1217, Sótano. Teléfono: 7-49-14-73 Horario: Martes a Domingo de 9:00 am a 3:30 pm Sin costo
Uno de los museos más completo y bien conservado que he visitado es el Arocena, nombrado así por ser el apellido de la familia que donó la colección de objetos antiguos y diversas obras de arte (Virreinal, Europeo y Mexicano).
No sé si admirarlo o echar a correr
Originalmente se instaló el museo en el edificio que antes ocupaba el Casino de La Laguna, frente a la Plaza de Armas. Luego se adaptó el área de la Casa Arocena con mobiliario y decoración de principios del siglo pasado. Recientemente se habilitó el Anexo del Edificio Russek aprovechando el antiguo Banco Chino, construcción emblemática de la ciudad. Si usted es curioso y detallista como yo, necesitará al menos un par de horas para visitar todas las salas, las exposiciones temporales y las nuevas adquisiciones.
Mú La vaca Mú La misma vaca Mú
Ya perdí la cuenta de las veces que hemos ido, en cada visita descubrimos algo nuevo y nos volvemos a quedar boquiabiertos. Lo más sencillo es lo que más se les queda a los niños, éstas criaturas pueden pasar horas frente a la vaca lechera, o bien en las pantallas interactivas, que dicho sea de paso, éste fue el primer museo de la región en donde ví este tipo de tecnología. Yo me quedo embobada admirando lo exquisito de los trabajos en marfil, e imaginando lo cuidadoso de las personas que conservaron estas hermosas piezas.
Me rompiste el corazón espejo en mil pedacitos ¡Snif!
Mención aparte merece la Casa Arocena, ahora con visitas teatralizadas (lamentablemente no nos tocó en esta ocasión), un verdadero viaje al pasado, el tiempo se detiene y casi logras escuchar las conversaciones de la familia ¡Awwww el baño, por Dior! Decía MiBeba que si nos quedábamos a comer ahí… en el comedor de los Arocena 😉 Pues tal que, fuimos, salimos a comer y regresamos para poder ver todo, y ni así alcanzamos. Sello #2: Conseguido √
¿Os place un bocadillo?
Dirección: Cepeda 354 Sur Teléfono: 7-16-20-72 Horario:
Martes a Domingo de 9:00 am a 6:00 pm
Jueves de 10:00 am a 8:00 pm Costo:
$30.00 General $10.00 Niños, Estudiantes, INSEN *El 1° Domingo de cada mes la entrada es gratuita
Mi cuñada es de esas pocas personas que aún leen el periódico. Cada domingo, al salir de misa, la visitamos en casa de mi suegra, charlamos y -obvio- leemos el diario. Ella siempre está muy atenta a las actividades culturales y me avisa con oportunidad. Ésta vez me tomó por sorpresa, se organizó una cabalgata para conmemorar el Centenario de la batalla de La Laguna, (estaba en la creencia que sólo había sido Torreón, resulta que no), en la que participarían jinetes de Durango y Coahuila. ¡Ay qué emoción! Momento… Comenzaba a las 9:30 a.m. y al cuento eran las 11:20 a.m. ¡Vámonooooooos!
De aquí a que pasó el Ruta Norte, de aquí a que llegamos al centro, de aquí a que caminamos a la entrada de Torreón… pleno medio día, mis tres criaturas y yo, «se me hace que ya no alcanzamos nada, toda esa multitud que viene hacia nosotros me hace sospechar…»
Cabalgata Revolucionaria Por La Batalla De La Laguna
¿Es éste el nombre correcto de la cabalgata?
Efectivamente, ya no alcanzamos a ver la cabalgata. 😦 Sin embargo, eso no nos desanimó, así que seguimos caminando a nuestras anchas por el puente plateado (antes colorado) que une a las dos ciudades hermanas (que a veces parecen primas lejanas).
Ningún Directo que me atlopeye Wiiiiiiiiiii!
En eso nos topamos con unos músicos revolucionarios quienes muy amablemente posaron para la foto. Tanto mis niñas como yo estábamos muy emocionadas, el ver tanta gente cabalgando y vestidos a la usanza es una experiencia diferente.
¡Viva la Revolución! Ehhh ¿Una Adelita rubia? O.o
En la explanada estaba la ceremonia de la develación de una placa conmemorativa por las autoridades estatales. Anunciaron que el ejército haría la Salva de Honor, les digo a mis hijos: «Van a disparar, no se vayan a asust…» ¡PUM! ¡AY! ¡PUM! ¡AYYYY! ¡Waaaaaah! ¡Buaaaaaaaaaah! Me asusté, grité, los asusté con mis gritos, lloró MiNene, lloró MiBeba, casi lloro yo :´(
Se divisa un gentío de gente
*Me pregunto el porqué de las letrotas de Gómez Palacio, las hicieron más grandes ¿para ganarle a las de Torreón?
Seguimos caminando, nos compramos unas nieves, nos topamos con el mismísimo Pancho Villa, su corcel por poco nos deja un aromatizado recuerdo… MiNene gritando de alegría.
La Cabalgata apoya la Lactancia Materna
Nos tocó ver a este tierno potrillo.
-¿Qué está haciendo?- preguntó MiBeba -Toma leche de su mamá- contestó Mija -¡Ah! ¿Cómo MiNene?
Continuamos la excursión en la placita del Torreón, la verdad, me gustaba más sin tamaño anuncio, así como para quien dice ¿On toy? en T-O-R-R-E-Ó-N ¿En serio? ¡No me daba cuenta!¬¬
En fín, que terminamos jugando en el Parque de los Fundadores, al que no habíamos visitado creo desde aquella vez que se hundió. Y fue muy divertido. La visita, no la hundida.
Un sábado al mes se cierra parcialmente la Avenida Morelos, en su tramo desde la Alameda hasta la Plaza de Armas, para presentar ante el público lagunero diferentes propuestas artísticas, tales como: música, danza, oratoria, etc.
En el trayecto podrá encontrar venta de artesanías, objetos antiguos y curiosidades varias. También hay renta de bicicletas, para que pueda disfrutar aún más del paseo.
Tenía muchas ganas de asistir a este evento, por angas o mangas no me había informado bien acerca de horarios, ni qué sábados precisamente era. Por casualidad leí en el twitter acerca de esta, que fue la novena edición, organicé a mi tropa y nos fuimos tan campechanos a caminar.
Primero fuimos a comer a la Malinche, unas ricas y tradicionales tostadas de pollo. Desde que eramos novios le pedía a MiEspo que me llevara a este lugar; el restaurante es un viejo chalet, así que mi motivación era doble: visitar el precioso edificio y probar las delicias avícolas 🙂 Tres hijos después me cumplió mi deseo.
Desde niña me han cautivado las casonas elegantes de este rumbo, hace muchísimos ayeres vivían aquí las familias acaudaladas de la ciudad. Al paso de los años se fueron dispersando, ahora quedan muchas construcciones abandonadas con breves destellos de lo bien que lucían.
Otros tantos fueron transformados en negocios, oficinas, restaurantes… la mayoría respetando estilos y materiales originales, lo que le da un toque particular a esta zona -a veces olvidada- de Torreón.
La cita para Morelear era a las 6:00 p.m., llegamos un poco antes, por lo que nos paseamos un rato en la Alameda a «hacer tiempo». Nos topamos de frente con el «nuevo look» de la fuente del pensador ¡Yeow! (Decía mi mejor amigo, que si eras de Torreón, no podía faltar en tu álbum de fotografías la clásica toma de tu hermosa carita con la fuente a tus espaldas). Oiga… el rojo bueh… pero ¿plateado? y deje usted eso… ¿Quién tuvo la genialísima idea de pintar de blanco aceitoso al pensador? ¡No quiero ni pensar en lo que está pensando! Si nomás en la miradita se le nota… En fín, que al rato ya le estarán cambiando el color, así se las gastan las administraciones municipales 😦
La tradicional limonada Celis en el quiosco central, para descansar mientras MiBeba conduce un carrito eléctrico y no choca ¡La chocaron! El susodicho responsable la fulminó con la mirada y se fue tan digno él. No anotamos las placas, ni encontramos a los padres.
Le comentaba que al inicio del paseo rentan bicicletas, como todavía no habían empezado decidimos avanzar caminando. Le preguntamos a un tránsito, quien nos aseguró que sí había otra terminal más adelante.
En Internet leí el programa: circo callejero para MiBeba, biblioteca ambulante para Mija, música Hip-Hop, Rock y más para MiEspo y yo, con caminar la Morelos (y tomar fotografías y comer y oír la risa de mis hijos) soy feliz.
Nos topamos con una demostración de los beneficios del hula-hula *ella corre a buscar su aro pa’ practicar*, un chavo parecido al Joker, una bailarina, una diablita, (andaban repartiendo mensajes positivos escritos a mano), la presentación de los chicos del Seminario de Torreón, varios grupos musicales y más.
Mija y MiBeba practicaron un poco con el hula-hula, se divirtieron bastante; MiNene baila al son que le toquen, caminó como si no hubiese mañana (agarrado de la mano de su papá) y cuando creímos que caería rendido, se detiene reflexivo, voltea a un lado, voltea al otro y se tira ¡a gatear! ¡Nooooo! ¡Que te destrozas las rodillas con el pavimento! MiEspo lo cargó en brazos y después de un tentempié (tamales de ¡chocolate!) le seguimos a la caminata todos menos MiNene, quien continuó el viaje en mei-tai.
Al principio estaba muy solo, fue hasta que cayó el sol que la avenida comenzó a reanimarse. Recuerdo que mi MamáGelo me contaba cuando ella era una jovencita, lo bonita que estaba la Morelos. Todavía quedan lugares de aquellos tiempos, escondidos de la mirada ajetreada y a veces despectiva de quienes recorren la ciudad.
Una de las cosas que me llamó la atención fue la poca presencia canina ¡wiiiiiii! -haciendo referencia al Paseo Perrón, digo Colón, al que dejamos de asistir por ser más un paseo para chuchos elegantes que para las familias, eso más los ciclistas que no respetan las recomendaciones de tránsito-
Llegamos a la biblioteca ambulante donde promueven el programa «dando y dando»: donas un volumen y te llevas otro. Mija no hallaba que hacer, así como yo no salgo de casa sin mis llaves, ella no sale sin un libro a la calle, traía en su bolsita «El libro salvaje» de Juan Villorio -el que por cierto está muy entretenido- y no se decidía a donarlo, por ser su preciado tesoro (se lo habían prestado para que participara en el Concurso de Lectura y como ganó, el Director de la Escuela se lo regaló). No contaba con mi astucia, que en la semana ya le había conseguido yo otra copia de la misma edición, iba a ser sorpresa, tuve que decirle para que pudiera hacerse con otro texto. Ella estaba fascinada y me dice: tenemos que volver, vi muchos títulos que no he leído y en mi cuarto tengo varios que quiero donar. 😀
¡Ándale! Que llegamos a la plaza de armas, el baile de la tercera edad en todo su apogeo… ¿y las bicis apá? Naaa, las bicis naaa. Ya estaba muy oscuro, no seguimos la caminata, tomamos el autobús de regreso a casa. Justo pasamos por la Plaza Mayor de nuevo, ¡Ahí estaba el circo callejero! ¡Chicles! Nos quedamos con las ganas, ahí será la próxima.
P.D. Eso de sentirse turista en su propia tierra, es ¡genial! 😀
«Durango, tierra bendita
Cuna de mi dulce infancia
Cómo aumentan mi cariño
tu recuerdo y la distancia…»
Comenzaba así una poesía que me enseñaron cuando cursaba quinto año de primaria. Describía el «verdor de sus campiñas y el azul de sus montañas», mencionaba el Parque Guadiana, las moreras y las rosas. Se me antojaba conocer Durango capital, mi papáA me había contado muchas historias acerca de aquel lugar. En un par de ocasiones tuve la fortuna de acompañarle a realizar algunos trámites en esta ciudad. Era una niña, no había tiempo, sólo echaba un vistazo a la Presidencia y me quedaba con las ganas de caminar entre las calles adoquinadas.
Silencio. Tranquilidad. Soledad. El tiempo avanza más despacio en Durango. De adolescente, volví en 2 ocasiones, ahora con la Casa de la Cultura, había presentaciones de Danza Moderna y esta vez, pude conocer un poquito más. Me impresionó el edificio antiguo que albergaba a la Casa de la Cultura, tenía múltiples salones, el de danza en especial contaba con sendos espejos, piso de duela y sus barras para los ejercicios. ¡Uy! lo que diera por ensayar aquí, decía para mis adentros. Mis compañeros se fueron a la Disco, yo de agüite me quedé en casa de una conocida, no me latió irme de dancing sin permiso. 😦
Años después, en el mes de Septiembre y aprovechando el puente patrio, pudimos escapar un fin de semana. Los edificos coloniales y las calles adoquinadas me hicieron sentir en un viaje al pasado, literalmente. Nos hospedamos en el Hotel Posada Durán, un lugar de tradición, que denota la elegancia de otros tiempos.
Lo primero que fui a «reconocer» obviamente, fue la Catedral, de estilo barroco y hasta este momento la más antigua que yo conocía… Pero ¡Estaba cerrada! 😦 ¡Qué mala suerte! Quería ver los retablos, las pinturas, tocar la madera de sus puertas ¡Oh Dios! ¡Que puertas! Yo estaba con la boca abierta, asombrándome con la discreta belleza de la cantera, cuando unos chavos nos atraparon con un mecate y nos llevaron al «Registro Civil». Se llevaba a cabo una kermesse en el atrio, y ni modo, nos tuvimos que casar para poder salir de ahí. ¡JEJE! ¡Que risa! Creyeron que eramos estudiantes del rumbo.
Aprovechando que estábamos en el jolgorio, pues comimos varios antojitos, ¡con lo que me gustan las kermesses y los taquitos! De ahí nos pasamos a la Presidencia, que para mi gozo, sí estaba abierta, hay unos murales muy vistosos, acerca de la historia de México. Me encantó como adornaron el patio central. Aquí la mayoría de las construcciones tienen varios cientos de años, caserones estilo hacienda, con el patio a cielo abierto y rodeado de arcos, nuevamente todo en cantera.
¡A caminar se ha dicho! No puedes decir que has conocido un lugar si no lo has caminado de Norte a Sur (y de Este a Oeste). Buscamos información turística, algún módulo o guía o algo y pues nada, no encontramos nada. Lo único era las referencias que tenía de mi niñez y mi adolescencia, eso no fue impedimento para disfrutar del clima fresco y la apacible atmósfera que envuelve a esta capital.
Visitamos el Teatro Ricardo Castro y el Teatro Victoria, en ambos escenarios había bailado yo. Seguimos nuestro andar y llegamos al Parque Guadiana, árboles y más árboles, el trinar de los pajarillos y la sensación de estar en la sierra… llenaron mis ojos, mis oídos y mis pulmones… yo que vengo de la Comarca Lagunera, semidesértica y con poquísimas áreas verdes, estaba sencillamente F-A-S-C-I-N-A-D-A.
¡Ah! Pues en este Parque nos topamos con la original fuente de los niños traviesos, cuya réplica se encuentra ubicada en la Cd. de Lerdo, Dgo., a la que solíamos trepar (y nunca nos atrevimos a bañar… pero Mija sí). Esa fuente, testigo de innumerables travesuras e idilios, donde mis hijas jugarían en un futuro muy lejano, tan representativa en mi vida.
Quise tomarme una foto en el columpio, pero el vigilante no me lo permitió. Por más que le expliqué que no me iba a dar vuelo, ni a enredar el columpio, no, nel, niet, no me dejó el muy… guardián-de-su-deber. 😦
Ya que estábamos en el parque, nos pasamos al Zoológico Sahuatoba, que no entendí si era parte del mismo, o sólo eran vecinos. Fría la mañana, muy propicia para caminar y respirar aire puro.
En aquel entonces nos pareció que tenían en buenas condiciones a los animales, si bien no me gusta que estén enjaulados, se podía apreciar que la higiene era constante, estaban bien alimentados y atendidos. Cada animal tenía su ficha técnica, pensé para mis adentros que era una forma más práctica de aprender sobre especies y habitats que sólo estar leyendo en un libro. *Al oso negro le encantan las manzanas rojas…
Yo tengo un… un… ehh… digamos ¿Tic? y es que, al ver ciertos animales como: tortugas, cocodrilos, iguanas, serpientes; me palpitan fuertemente las encías- ¿ya se lo había contado?-. Se imaginará que me la pasé con las encías a punto de estallar, pues todas estas variedades las encontramos en el zoológico.
A los que más me gusta observar, son los felinos… ¡OMG! pantera, tigre, león, puma ¡Me parecen hermosos, sensuales, perfectos! Un león se la pasó bostezando, pero a gusto, mientras las leonas se echaban el chal a unos metros. Me gustó que tenían suficiente espacio para correr los mininos. ¡bellos ellos!
No pues yo estaba como niña chiquita, súper contenta. De ahí nos pasamos al Museo Regional de Durango (mejor conocido como del Aguacate, por el árbol que tiene en su jardín), ubicado en pleno centro. De estilo neoclásico y decoración sencilla, el edificio en sí es digno de admirarse. En la entrada le recibe un enorme colmillo de Mamut, que dice uno ¡ay nomás de pensar el tamaño de su patita, me da que me da! El recinto cuenta con varias salas, dedicadas a la paleontología, época de la conquista, guerra cristera, vida silvestre, etc. y varios lienzos del famoso pintor novohispano Miguel Cabrera -Una constante en los viajes a ciudades coloniales-.
Durango, antes era conocida por ser la tierra del alacrán (inclusive la forma del estado es comparada con este animal) -aunque parece ser que, con tantos llaveros se está acabando la población-, también se ha hecho famosa por ser sede de numerosas filmaciones tanto nacionales como extranjeras, especialmente del viejo Oeste. Pero ya era muy tarde para ir a visitar los sets, además nos comentaron que no estaban abiertos ese fin de semana ¡Oh tristeza! 😦
Todavía nos quedó mucho por descubrir en esta bella capital, un «puente» patrio no es suficiente.
p.d.1 *Ella se aleja recitando de memoria el resto de la poesía…