Publicado en Familia, Personal

Un Cristal Cayó Del Cielo

7:30 a.m. Ya es hora de levantarse, tengo que preparar el desayuno para mi hija y llevarla al jardín de niños como todas las mañanas. Caminamos 11 cuadras a su escuela, le doy un beso y me regreso a casa. A la salida camino de nuevo las 11 cuadras para ir por ella y volver al hogar. Así, recorro 4.4 km diarios (de lunes a viernes) para mantenerme en forma.

Cada día me cuesta más trabajo andar ese camino. Ya cumplí 40 semanas de embarazo, se suponía que ayer era mi fecha de parto, sin embargo, el ginecólogo que me revisó dijo que aún faltaba para el alumbramiento. Que no había calcificación de la placenta, que el producto estaba bien (me rechoca que le llamen así). Sinceramente, me hubiera querido aliviar desde Noviembre, ya no duermo, apenas puedo probar alimento, me siento muy agitada y creo que no resistiré más. Le he dicho a mi esposo que mejor sea él quien lleve a la niña, hace 2 días me tuve que apoyar en la pared para poder avanzar, mi vecina se ofreció llevarme al hospital, le dije: Aún no es tiempo.

Hoy me levanté con contracciones ligeras, mi esposo sugiere que vayamos al hospital. Sí, primero llevaremos a mi niña y de ahí nos vamos.

Listo, ya está en la escuela ¿qué te quieres ir en taxi? Mientras yo me pueda subir a un camión (¡puff!) me subiré. Subimos al autobús, ni una sola persona me cede el asiento. Está bien, con esta panza ya no quepo en ningún lado. De pronto recordé, que hace un par de días, no podía sentarme en la butaca del cine. – ¡Ah! El cine. Algún día volveré a ver películas, cuando me pueda sentar.

Demasiada gente en el hospital, se tardan un rato, un buen rato, en atenderme, las contracciones continúan, las comparo con las que tuve con mi primera bebé, nada que ver. Creo que hoy no es el día. Mi esposo me mira con esos ojos tiernos que Dios le dio, pero con algo de angustia también. En tus manos me pongo Señor, hágase tu voluntad, sé que todo estará bien, porque tú estás conmigo.

Me avisa una enfermera que me desvista y me ponga la bata, le llama al doctor de guardia, no sé si sea Ginecólogo, no es el médico con el que me he estado atendiendo durante estos 9 meses. De hecho, ni el ginecólogo de ayer, que me dijo todo está bien, es mi doctor de cabecera.

Hay sangre… en el piso. (¡uy! Esto no me gusta). Me hacen el ultrasonido con un aparato del año del caldo. Dice que está muy calcificada mi placenta, que la nena se está quedando sin oxígeno y que el líquido amniótico ya no… ya no qué? Dejé de escuchar su explicación… ¿cómo? ¿porqué? ¡Ayer me acabo de hacer un ultrasonido! ¿Qué está pasando?

Me hace un tacto ¡Dios mío! Es doloroso, con mi otra niña nunca me hicieron eso. ¡Oiga, me va a romper! ¡¡¡Vaya y hágaselo usted!!! #$%$&# – Ya pasó, ya pasó! (Sí, como a usted no le metieron mano) 😦

Mandan traer una silla de ruedas, me llevan al 4° piso, viajamos por elevador ¡Wiiiiiiiii! ¡Cómo en las películas! Mi tribulado esposo espera afuera, me acuestan en una camilla dentro de un cuartito donde están cotorreando los practicantes, escuchando música y hasta jugando. Me ponen el apartito para monitorear el latido del corazón de mi bebé, está tan gastado el pobre que tengo que sostenerlo con mi propia mano, ya no sirven las cintas con las que lo abrochan a la barriga.

Todo tranquilo, imagino que de rato me dejarán salir, porque tengo que ir por mi niña a la escuela y tengo un trabajo pendiente de un cliente que… MAMÁAAAAAAAAAA!!!! ¿QUÉ DEMONIOS LE PASA A ESTE DOCTOR? ¡Vino a hacerme otro tacto y ya me rompió las membranas! Ni siquiera me avisó, ya me está poniendo suero creo que con oxitocina para acelerar el parto. ¡Chicles y chocolates! ¿Y ahora?

Mucho líquido, demasiado líquido, exageración de líquido. Que camine. ¿MÁS? Está bien. Se me sale el líquido, ¡qué vergüenza! Siento que me hice pipí. No, no es, pero así me siento. Más líquido, líquido y líquido. Comienzo a dudar que haya una personita dentro. ¿No tendré puro líquido? Estoy temblando, las piernas las siento lacias, no más bien… estoy tiritando de frío, son reacciones a la explosión que hay en mi cuerpo. Ya quiero que acabe, que ya pase. Esto está tardando mucho. Las contracciones son sumamente dolorosas. Ya estoy llorando, me quiero rajar. ¡Ay, no se puede!

Tranquilízate, mi misma, afuera está tu esposo, debes ser fuerte. ¿Qué hora es? – Las 11:23 a.m. –Anda ve por la niña a la escuela, voy a estar bien, avísale a mi mamá que hoy me alivio. Y ahí va alegre, preocupado, y presuroso mi marido a cumplir con la encomienda. Y acá me quedo yo liberando líquidos de mi cuerpecito, escuchando las tonteras que platican las enfermeras y los practicantes.

Otro doctor, otro tacto. ¡AGHHH! El mismo primer doctor, otro ta $%#$cto. Otro doctor…

-Relájate madrecita, todo estará bien- otro tacto… fue molesto, pero ya no tanto… relajarme… mis oraciones no las traje… suena Gloria Trevi en el MP3 de la enfermera… el muchacho esté está sentado en la orilla de la camilla muévela y muévela como niño chiquito saltando en un brincolín… YAAAAA!

-¿Podrías dejar de mover la camilla? Es que me duele mucho!
-¡Sí señora, perdón!
-Miren muchachos, aquí tenemos una parturienta, bla, bla, bla y así se hace un tacto: ¡NOOOOO!

Te lo ofrezco Señor en sacrificio, Dios Mío, Dios que no le pase nada a mi bebé, que no le aplasten la cabeza con tanto tacto, que nazca bien, que no me muera yo en el parto, Señor, Señor, Señor, Virgen María ayúdame Virgencita, siento que me muero.

Acabó su turno el primer doctor y me dejó en manos de ¡un Practicante! ¡Está muy jovencito! Es muy propio él, las enfermeras revolotean a su alrededor, demasiada hormona suelta por aquí.- ¿Cómo se siente?- Me pregunta muy amable, toma nota de mis achaques, verifica como voy evolucionando, me toma la mano y me calma. Mi esposo, quiero a mi esposo, ¡hablenleeeeee!. Mi madre dice que cuando yo nací, la atendió un practicante y que la cosió como a un caballo. ¡GULP!

Ya pasó mucho tiempo, ya desalojé todo el líquido, las contracciones son cada vez más agudas, intensas y dolorosas. El parto es inminente, ya me están preparando, me llevan de prisa a la sala de expulsión, ahí está el practicante con una de las alegres enfermeras y otro señor, supongo el anestesista, o no sé, a lo mejor es el de la limpieza. La radio suena a lo cerca.

-Quisiera aliviarme sentada o lo más vertical posible- le expreso.
-Haré lo que se pueda.

¡Madre Mía! Siento que la bebé se me va a salir por arriba, así como Alien, el 8° pasajero en el espacio. Tengo miedo, mucho miedo, nunca había sentido nada parecido. No baja. Dice el doctor que pasó tanto tiempo de mi primer parto que es como si fuera primeriza. Sí lo soy. Primera vez que siento esto. ¡Me mueroooooo! ¡Hágame cesárea, drógueme, inyécteme, lleguemos a un acuerdo Doc!

-¡No llore señora! ¡Puje!
-No puedo, no puedo, no puedo…
-¡Ya casi señora, ande puje otro poquito!
-¡No tengo fuerzas, ya, creo que me voy a reventar por arriba, la panza se me abrirá y me vaciaré por ahí…!
-¡Lo está haciendo muy bien señora, sólo otro, el último, ya la ví!
-¡Ah como fregados no! ¡Soy mujer, soy madre, Dios y la Virgen están conmigo, ya la quiero conocer! Una imagen vino a mi mente: aquella vez que María mostró las puertas del cielo, y ahí entre las nubes, se vislumbraba la silueta de Jesús.

-Mire señora: su niña, ¡qué bonita está!
-Ahora sí puedo llorar ¡de felicidad! ¡La tengo en mis brazos! ¡Es mi hija! ¡Tan pequeña y frágil! ¡Tan hermosa como la soñé! ¡Gracias Padre mío! ¡Gracias Madre mía! ¡Gracias al practicante! ¡Soy feliz!

5:10 p.m. ¡Y no me morí!

P.D. El cordón umbilical se le enredó en el cuello al momento de bajar, el practicante maniobró de manera eficaz y la liberó. La placenta, efectivamente, presentaba varias calcificaciones. Tuve parto “de agua”: exceso de líquido amniótico. Dios sabe porque hace las cosas, si no le hubiera hecho caso a mi esposo, ésta sería otra historia. 🙂

Autor:

Varias ideas rondan mi mente, muchas palabras quieren salir, pocas personas que quieran oir lo que en ocasiones me es dificil decir

10 comentarios sobre “Un Cristal Cayó Del Cielo

  1. Wow, podría ser un guión de película, y las acotaciones me han gustado mucho, me he reído en un par de ocasiones (¡Me mueroooooo! ¡Hágame cesárea, drógueme, inyécteme, lleguemos a un acuerdo Doc!) jajajaj
    Veo que también has puesto nieve en el blog…llegan épocas buenas 🙂

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    1. Así me sentí en aquel momento, ahora lo recuerdo y me río, pero en ese entonces Madre Mía! que me moría! JEJE! Gracias por leer Miguel! Sí! Me agrada esta época! y la nieve en el blog le da el toque cursi que necesito 😀

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    1. ¡qué belleza de mujer tú! Mira, ahorita mismo estoy buscando sinónimos para la palabra halago, es en serio, me siento muy halagada de que me leas, te imagino leyendo, desde antes de las 10:43 a.m. en que tengo registrado tu primer comentario. ¡Válgame el Santo Niño! Espero no afectar negativamente tu salud mental Gracias, simplemente gracias!!!

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